B oca Júniors no pudo quebrar el maleficio de dos años sin victorias ante su eterno rival River Plate al empatar anoche 1-1 en el «superclásico» del fútbol argentino, un resultado ideal para el San Lorenzo, que se quedó como líder en solitario. Tras jugarse la décima jornada del torneo Clausura, San Lorenzo suma 25 puntos, seguido de Boca, con 23. Esta fue la 180 edición del superclásico jugado en el estadio «La Bombonera» ante 50.000 personas, y entregó polémicas y emociones aún antes de que comenzara a rodar la pelota.

El técnico de River, Daniel Passarella, en la cuerda floja por la temprana eliminación en la Copa Libertadores, ingresó al campo de juego con un paraguas con los colores de su equipo, rojo y blanco, para evitar ser alcanzado por los proyectiles lanzados desde la platea local, lo que le valió una estruendosa pitada de la hinchada boquense. Pero enseguida los silbidos se volvieron aplausos y cantos de aliento cuando apareció en escena el delantero suplente Guillermo Barros Schelotto, el máximo ídolo de Boca en actividad, quien podría marcharse a Estados Unidos, para vestir la camiseta del Crew de Columbus.

Con un presente más alentador que el de su eterno rival, Boca pareció cumplir con la profecía del favorito cuando abrió el marcador apenas a los 45 segundos de juego. Jugó rápido un tiro libre a su favor cerca del mediocampo, que encontró mal colocada a la defensa riverplatense.

Juan Román Riquelme metió un magistral pase para Pablo Ledesma, que definió de derecha ante la salida del portero Juan Pablo Carrizo para adelantar a los suyos. River reaccionó a los seis minutos con un cabezazo desviado de Augusto Fernández, pero siguió mostrando flaquezas defensivas que los locales no pudieron capitalizar por las manos salvadoras de Carrizo. Sobre el final, otra vez le ahogó el grito en un mano a mano a Palacio.

Boca se lamentaría de las ocasiones desperdiciadas. Apenas iniciada la segunda parte, River logró el empate merced a un pase preciso de Marco Ruben a Mauro Rosales.