A nadie le vamos a descubrir a estas alturas que el nuestro es un país de extremos. El español no es muy fan del término medio aristotélico: o se pasa o no llega. Así ha sido siempre y así será, que eso está escrito en lo más profundo de nuestros genes patrios.

Tras la muerte de un ultra del Deportivo en una batalla campal con otros energúmenos del Atleti, los clubes -es lo que toca ahora- se quieren tomar mucho más en serio las actitudes de los aficionados en los estadios. El Real Madrid, para dar ejemplo, ha expulsado a 17 hinchas por cánticos como "Messi subnormal" y "Puta Cataluña". La connivencia de este club durante muchos años con los Ultra Sur (como los de otros con sus respectivas facciones ultras) parece que no ha existido nunca.

Muy bien, ya tenemos unos cuantos cabezas de turco. Pero, si de verdad piensan llevar a ese nivel la llamada "tolerancia cero" ya pueden ir cerrando los estadios. Porque no veo menos grave llamar "subnormal" a Messi que acordarse de las madres de todos y cada uno de los árbitros que pisan cualquier terreno de juego.

¿Van a poner un policía con grabadora en cada fila de cada grada para controlar qué aficionado suelta según qué exabrupto? El fútbol, como deporte de masas, levanta pasiones y éstas no siempre son altas. Más bien al contrario.

Está claro que hay que evitar cánticos que inciten al racismo o a la violencia, pero la delgada línea roja amenaza con quitar la que es, no lo neguemos, la verdadera salsa del fútbol. Si uno no va a poder insultar al jugador rival cuando mete un gol a nuestro equipo o cuando le da una patada a uno de los nuestros, apaga y vámonos. Ocurre aquí y en todo el mundo. Se trata únicamente de que haya límites y, en este punto, el mejor árbitro es el sentido común.

La hipocresía, otro defecto muy "made in Spain", vuelve a mostrarse una vez más. Si el Real Madrid (sigo con el club blanco porque ha arrojado la primera piedra, pero es extensible al resto) echa a 17 aficionados por insultar a Messi, ¿no debió en su día despedir a Mourinho por agredir a Tito Vilanova? ¿O rescindir el contrato a Pepe cuando pateó a propósito la cabeza de un rival? Se predica con el ejemplo, pero más todavía con la coherencia.

Por acabar con una virtud española, que no se diga: el humor. En eso pocos nos ganan. Miren si no, los tuits de "Cánticos correctos", convertido uno de los "trending topic" del día: