La selección española ha naufragado en Brasil de forma estrepitosa, pero su estilo de juego ha sobrevivido a su propio fracaso. Como todo equipo hegemónico, su fútbol ha creado tendencia en otros combinados nacionales que se han fortalecido imitando su juego. Las principales selecciones que aspiran a sucederle en el cetro mundialista despliegan una propuesta elaborada de toque y pausa. Es el caso de Alemania, Francia y, por encima de todos, Italia.

La prensa italiana ya reconoce en la Nazionale un tiqui-taca «all'amatriciana», la salsa romana. Esta misma semana Daniele De Rossi reconocía que Italia se ha inspirado en la Roja: «Los españoles han sido una de las cosas más bonitas que el fútbol nos ha dado en los últimos tiempos». El vicecapitán de la Roma hace las funciones en Italia de Busquets, como guardaespaldas de una línea de tres cuartos con acumulación de centrocampistas creativos y buen pie.

Como en su día Luis Aragonés con Xavi Hernández, Cesare Prandelli ha encontrado en Andrea Pirlo al líder sobre el que giren otros jugadores con talento. Italia, un equipo que en el pasado no pudo juntar a Del Piero y Totti en el mismo «once», ahora agrupa al mencionado Pirlo, con el debutante Marco Verratti, Claudio Marchisio y Antonio Candreva, el más destacado contra Inglaterra en el estreno. En un país con una cultura futbolística pragmática, la apuesta técnica ha vencido a los críticos por una cuestión práctica: «Con este calor los jugadores que físicamente son increíbles aquí van a dos por hora. Es mejor tener el balón y no correr para robarlo al rival», sentenciaba De Rossi.

Una Alemania multicultural

Alemania ya lleva varios años instalada en un cambio de estilo plenamente asentado. La de Joachim Low es una selección que logró sacar provecho del mestizaje cultural de la inmigración. Rasgos turcos, tunecinos, polacos que han dado a la selección mayores matices técnicos y no tanta dependencia del físico y la altura.

Si la Eurocopa de 2008 y en el Mundial de 2010 se concluía que Alemania, frenada por España, tenía más futuro que presente, en Brasil los teutones son uno de los combinados más en forma con los Müller y Kroos en plena forma. Una tendencia agudizada con la influencia del exazulgrana Pep Guardiola en la Bundesliga. Su invento de colocar a Phillip Lahm de creativo mediocentro ha sido adoptada por la Mannschaft.

Mientras que Brasil y Holanda, tradicionalmente muy técnicas, se han decantado por la velocidad y la presión, Francia se ha añadido al juego asociativo tras el desastre de 2010. En su centro del campo emerge Paul Pogba, un centrocampista total rodeado de buenos peloteros como Cabaye, Matuidi o Griezmann, que aportan triangulación y un sinfín de remates posibles para Benzema.