La semifinal de la Champions en el Calderón ofreció un espectáculo descafeinado para el espectador neutral, para cualquiera que viera el partido sin latir al ritmo de los colores del Atlético. La falta de juego, reflejado en el empate sin goles que registró el marcador al final, tuvo un único culpable. Mourinho no concede el mínimo riesgo a estas alturas de la competición. Anoche plantó el autobús en la ribera del Manzanares, no quería el técnico portugués tomar un gol por nada del mundo, a la espera de resolver la eliminatoria el próximo miércoles en Londres y sellar el pasaporte para la final de Lisboa.

Ultraconservador en el planteamiento, su Chelsea se parapetó sobre el área y cedió metros y posesión al Atlético. A los de Simeone, que tampoco son el equipo que más cómodo se siente con el balón en los pies, no le quedó otra que ir a por su rival, que inclinar el terreno de juego hacia la portería blue. Espoleados por su afición, fenomenal como siempre, los rojiblancos merodearon los dominios de los ingleses una y otra vez, a la caza del gol que les pusiera en ventaja. Apenas consiguieron arañar a los de Mourinho, no se recuerdan grandes ocasiones. Sólo en los últimos 10 minutos el asedio fue mayor, con varios centros en busca de la cabeza de Diego Costa y Raúl García.

Ni así consiguieron inquietar al Chelsea, un equipo que es fiel reflejo de se entrenador. Mourinho ofreció su perfil más conservador y su planteamiento recordó al que ofreció en el Camp Nou cuando era técnico del Inter y a aquellos duelos, que ya empiezan a quedar lejanos en el tiempo, contra el Liverpool de Rafa Benítez.

Sabedor de que le iba tocar llevar la iniciativa, Simeone prescindió de un delantero -El Guaje Villa fue suplente- y situó a Diego Ribas, goleador en los cuartos contra el Barcelona, en la media punta. El técnico argentino también apostó por Mario Suárez en la medular en detrimento de Tiago, uno de los mejores en la eliminatoria frente a los azulgranas.

Mourinho, por su parte, armó su escudo con un trivote de los que tanto le gustan. Obi Mikel y Lampard acompañaron a David Luiz, un zaguero, en el centro del campo. El entrenador visitante rememoró en el central brasileño los exorcismos que practicaba con Pepe en su época al frente del banquillo del Real Madrid.

Con tanto hormigón sobre el campo, el Chelsea tan solo contó en ataque con Torres. El Niño jugó, en su vuelta al Calderón, exiliado de sus compañeros, incapaz de encontrar un socio con el que tejer una jugada. Buscar al delantero español con pelotazos fue la única salida que tuvieron los visitantes durante casi todo el encuentro. A Torres no le quedó otra que fajarse con Godín y Miranda y sacó petróleo en más de una ocasión, capaz de provocar peligrosas faltas contra el Atlético.

Los locales canalizaran su juego en la primera parte por la banda izquierda, especialmente a través de las botas de Koke, futbolista que madura a gran velocidad y que tiene una plaza reservada en la lista de Del Bosque para el Mundial. Un córner botado por el propio Koke originó la jugada en la que Cech se lesionó. El portero del Chelsea fue sustituido por el suplente Schwarzer y se perderá lo que resta de temporada.

La baja del meta fue un duro golpe para los ingleses, que en la segunda parte vieron como su capitán, Terry, también abandonó el terreno de juego lesionado. Dos bajas tan señaladas en el sistema defensivo como estas hubieran hundido a cualquier equipo. No fue el caso del Chelsea, con unos mecanismos para destruir el juego rival perfectamente engrasados. Los visitantes no se desplomaron pese a perder a su portero y a su central de mayor renombre.

Caprichoso como es el fútbol, el Chelsea vio como Cech decía adiós a la temporada el día que tenía enfrente a Courtois, de quien posee los derechos. El belga no tuvo impedimento para disputar un duelo en el que apenas fue expuesto. Más trabajo tuvo el veterano Schwarzer, que vio como un disparo de Mario Suárez salió a una falange de su poste derecho, todavía en la primera parte.

El paso por los vestuarios no hizo más que acentuar la dinámica del encuentro. Con dos contendientes que no se concedían un palmo, sólo hubo una jugada que hizo saltar los resortes. Filipe se coló por la banda y su centro estuvo a punto de ser embocado por Raúl García. La acción murió en el brazo de Lampard. Los jugadores del Atlético pidieron la segunda amarilla para el blue. Las protestas le costaron una tarjeta a Gabi, que no podrá jugar la vuelta. Tampoco lo harán el propio Lampard y Obi Mikel por parte del Chelsea.

Simeone fue valiente en los cambios y dio pista a Arda, Sosa y Villa. La acumulación de atacantes no permitió al Atlético encontrar recompensa. El resultado deja la eliminatoria en el aire, a la espera de que se resuelva en Londres, donde un empate con goles clasificaría a los rojiblancos.