Afincada en Alicante desde hace 10 años y a punto de cumplir los 17, Irene Nicolás (San Javier, Murcia, 5 de marzo, 1997) acaba de proclamarse en los Emiratos Árabes subcampeona del mundo de ajedrez en categoría femenina sub'16, semanas después de conquistar el bronce en el Europeo de Montenegro. Tranquila, un punto introvertida y amante de la natación y los pilates, Irene ha dejado momentáneamente los estudios para dedicarse por entero al ajedrez y a ayudar en la farmacia que sus padres regentan en Benidorm. Admiradora confesa del nuevo rey mundial del tablero, el noruego Magnus Carlsen, su próximo reto es el Abierto Internacional de Gibraltar a finales de mes. «No me planteo grandes metas; simplemente, mi objetivo es seguir mejorando y avanzar mucho este año», recalca.

Irene comenzó a practicar el ajedrez con regularidad a los nueve años, casi por «imposición» familiar, y no precisamente de sus padres. «Empecé a jugar porque mi hermano mayor, más o menos me obligó. Él aprendió de pequeño y tomó clases en el colegio y luego quería alguien con quien jugar en casa. Se puso tan pesado que al final accedí a que me enseñara y enseguida me gustó y empecé a jugar campeonatos de España». Hasta ocho torneos de ámbito nacional ha conquistado Irene en su categoría antes de sus recientes éxitos internacionales.

Jugadora eminentemente de ataque -así se autodefine-, la subcampeona mundial admira de Magnus Carlsen su gran capacidad para rematar las partidas: «Sabe ganar posiciones que están completamente igualadas y que parecerían tablas. Y, además, parece que lo hace bastante fácil». Para intentar aproximarse al patrón de juego del flamante campeón, Irene se prepara a diario con un entrenador de la Federación Española, David Martínez, y trabajan regularmente con nuevos programas informáticos. «Hay que estudiar todas las jugadas, pero yo ahora le dedico más tiempo al medio juego y los finales que a las aperturas. Trabajo algo más la táctica y la estrategia, en las que estaba fallando últimamente», puntualiza. También la Federación Valenciana colabora con los jóvenes valores a través de concentraciones periódicas y un servicio de apoyo psicológico.

Después de ocho años de práctica continuada, Irene desmonta las corrientes de opinión que ponen en duda la condición de deporte del ajedrez. «Es un deporte en toda regla porque es un ejercicio mental muy grande el de una partida de cuatro o cinco horas, que te produce un enorme cansancio físico y mental». Además rechaza que el juego de las 64 casillas sea aburrido. «Todo lo contrario; es muy interesante. Aunque no lo parezca a primera vista, es bastante entretenido porque tienes que estar calculando todo el rato un montón de variantes y es muy divertido». Centrada de lleno en el ajedrez, apenas ve la televisión. En su tiempo libre opta por «todo tipo de música» y por el cine: «Me gustan las de miedo».