Antonio Ramallets, uno de los héroes de Maracaná, uno de los once jugadores que derrotaron a Inglaterra en el Mundial de Brasil en 1950, uno de los que consiguió el cuarto puesto para la selección española, ha fallecido y ha dejado solo como superviviente al otro portero que participó en el torneo: Iñaqui Eizaguirre. Antonio e Iñaqui lloraron recientemente la muerte de Antonio Puchades. Los dos junto a Estanislao Basora participaron en el último homenaje que Sueca dedicó a Puchades.

Antonio fue un gran guardameta. Sucedió en el Barça a Velasco y acabó formando parte de dos alineaciones históricas. La española, formada por él con Alonso, Parra, Gonzalvo II; Gonzalvo III, Puchades, Basora, Igoa, Zarra, Panizo y Gainza. Con el Barça de "Les cinc copes" jugó con Seguer, Biosca, Segarra, Bosch, Gozalvo III, Basora, Kubala, César, Moreno y Manchón. Ambas formaciones formaron parte de la memoria histórica de los niños de la época y por ello todavía las recitamos como el catecismo del Padre Ripalda que nos obligaron a aprender para la primera comunión.

Ramallets estaba en nuestros cromos. En el Mundial le bautizaron como "El gato de Maracaná" y de aquél torneo únicamente guardó un mal momento. Fue contra Uruguay con un campo embarrado y el capitán uruguayo, Obdulio Varela, le marcó un tanto inesperadamente y desde muy lejos. Ramallets fue uno de los grandes protagonistas, pero para la historia casi quedó como hito el gol de Zarra al inglés Williams. Puchades formó parte del equipo ideal del campeonato, pero ello no se ponderó. En el partido contra Brasil logró superar a Zizinho, el gran interior de aquella selección que perdió el titulo en el Maracanazo.

Ramallets creó escuela en Las Corts y quienes le fueron sucediendo en el marco azulgrana siempre lo tuvieron en su santoral. Durante un tiempo se le recordó la más desafortunada de sus actuaciones. Fue en la final de la Copa del Europa en Suiza, contra el Benfica. En la víspera había perdido el pleito contra su esposa, una cuestión de infidelidad. El entrenador del equipo, Enrique Orizaola pidió que la noticia no la conociera hasta después del partido y llegó el directivo metomentodo y le contó su desgracia. El guardameta no pudo dormir y salió al campo en condiciones morales desastrosas. Fue también la gran ocasión profesional de Orizaola que se quebró con la derrota.

Ramallets dejó en el banquillo nacional al vasco del Valencia Eizaguirre y al coruñés Juan Acuña. Ambos fueron los guardametas niños que con quince años comenzaron a ser importantes en el fútbol durante la Guerra Civil. Fue época de grandes cancerberos como Juan Bañón, el hombre que saludó en París a los republicanos que habían acudido a presenciar el partido contra Francia, el castellonense Pérez, el también castellonense del Celta, Marzá, el sevillano Bustos, el vasco Lezama, el atlético Tabales y el españolista Martorell, entre otros.

Ramallets formó parte del equipo barcelonista que convivió con el éxito y las alegrías nocturnas. Eran los tiempos en que todavía existía cierta bohemia entre los futbolistas.