La historia reciente del Valencia es la de un club en continua reinvención. La entidad de Mestalla no ha podido retener a sus principales referentes, en una constante repetida en los últimos tres lustros y que han reportado unos traspasos sonados que han sobrepasado los 300 millones de euros. En la mayoría de casos, estas grandes ventas no supusieron necesariamente un descenso deportivo sino todo lo contrario: renovaron la competitividad interna y el Valencia salió reforzado.

El lustro entre 1999 y 2004 se recuerda como una época homogénea de triunfos, finales y títulos, pero la plantilla del Valencia fue renovándose constantemente. Concretamente entre 1999, con la final de Copa la Cartuja y 2004, el año del doblete, sólo quedaron en la plantilla tres futbolistas: Cañizares, Carboni y Angulo. Las salidas de Mendieta o el Piojo López fueron suplidos por jugadores como Ayala, Albelda, Aimar Vicente, Baraja o Mista, fichajes que resultaron también claves para seguir haciendo historia. En ese tiempo el Valencia ganó dos Ligas, una Copa, una Copa de la UEFA, una Supercopa de España, una Supercopa de Europa y jugó dos finales consecutivas de Liga de Campeones siguiendo un modelo de club vendedor del que pocos años atrás también se aprovecharon equipos como el Ajax y el Juventus.

Las ventas millonarias se iniciaron con Pedja Mijatovic, artífice del equipo que casi gana la Liga en la temporada 95/96. El mejor año de la carrera del mediapunta montenegrino le sirvió para fichar por el Real Madrid, que pagó su cláusula de rescisión. En su lugar y por 1000 millones de pesetas (6 millones de euros) vino Valery Karpin, cuyo paso fue muy discreto. El Valencia tardaría tres años en encontrar de nuevo su mejor versión. La salida de Mijatovic causó un precedente con las relaciones directivas con el Real Madrid, club que en años posteriores intentó fichar a Mendieta y Ayala, pero se topó con la negativa frontal del Valencia a negociar.

En el caso de Mendieta, el Valencia aceptó como mal menor, viendo que su marcha era inevitable, el traspaso a la Lazio, que sólo llegó a pagar 30 de los 50 millones pactados por la quiebra del club romano, que ofreció finalmente a Fiore y Corradi para saldar su deuda.

La crisis financiera desatada a partir de 2009, con la paralización de las obras del nuevo Mestalla y una deuda disparada hasta los 550 millones, inició una racha de ventas bajo mandato de Manuel Llorente de una gran generación de jugadores (Villa, Silva, Mata, Albiol, Jordi Alba), que han sido parte de los éxitos de la selección. Una tendencia de la que Amadeo Salvo, a pesar de prometer que el equipo no perdería potencial, no ha podido finalmente escapar.