Entre esas historias de superación personal que de vez en cuando salpica el deporte se encuentra la de Pablo Moreno. A sus 31 años este alicantino, con 52% de discapacidad que afecta a su cuerpo, es cinturón negro en judo. Constante en el esfuerzo, este joven entrena a diario en el Club Judo Miriam Blasco, cuando no se machaca en el Centro de Tecnificación para depurar su estilo sobre el tatami.

Cada tarde Moreno acude al centro deportivo Arena para entrenar. Empezó en el judo cuando tenía 8 años y ahora, 22 después, sigue en un deporte que para él representa más que una pasión. "Me fijé en el judo cuando iba al colegio, al Sagrados Corazones, y me gustó. Lo que más me agrada son las volteretas. Luego pasé al Miriam Blasco, en la calle San Mateo. Ahora tengo que ir más lejos, me toca coger el tranvía para entrenar", bromea el judoca, a la vez que le quita importancia a su hazaña. "No tiene tanto mérito lo que hago, he conseguido todos los cinturones a la primera", añade.

"Aquí no le hemos regalado nada", tercia Alfredo Aracil, presidente del Miriam Blasco y entrenador de Moreno. "Empezó en el colegio. Sus padres siempre han estado muy involucrados en su formación. El judo, además, se adapta a todo tipo de personas, morfologías y discapacidades. En Alicante ha habido judocas invidentes muy buenos, como Juan Matos, que fue campeón en los Paralímpicos de 1992. Sus padres tuvieron gran acierto al animarle a practicar este deporte. Han estimulado su motricidad y sus relaciones con chicos y chicas, y también se divierte", relata el técnico.

Disciplina y constancia son dos cualidades que aúna el joven alicantino, a la vez que son muy favorables para desarrollar con éxito su modalidad deportiva. "En el judo es muy importante el sacrificio. Igual que interactuar con los compañeros, desarrollar tu trabajo en equipo. Ha alcanzado el cinturón negro y su objetivo ahora es lograr el segundo dan. Está muy ilusionado con esta posibilidad", apunta Aracil.

En paralelo a su andadura en el judo Moreno completó su formación académica hasta el tercer curso del antiguo BUP. "Estamos esperando que haya una competición adaptada para sus características, en la que no exista mucho riesgo. Se nota que sus padres se han preocupado siempre por él, tanto en el deporte como en los estudios. En el club también le queremos mucho y en cada actividad que llevamos a cabo procuramos que Pablo tome partido", cuenta el presidente del Miriam Blasco.

La integración de Moreno en el club es total, nadie repara en su discapacidad. "Se portan bien conmigo, aunque a veces me riñen cuando hago el vago", bromea el joven, antes de agregar: "Me llevo bien con los compañeros. El único problema que tengo es que, como soy grande, a veces los chafo. No tengo miedo, soy valiente". "La Unesco recomienda este deporte para complementar la educación de los niños. Inculca valores como el respeto, la colaboración y el esfuerzo", asegura Aracil.

Mientras el entrenador habla Moreno le observa con una medalla en la mano, lograda en una competición reciente. A él le gustaría ganar más, aunque quizá no sepa que la medalla más importante la logra a diario con su ejemplo de constancia y superación.

El joven sueña con ser profesor y acudir a los Juegos de Río en 2016

No se conforma con haber alcanzado el cinturón negro. Pablo Moreno quiere seguir vinculado al judo toda la vida. "Su intención es ser profesor, está muy ilusionado con esta posibilidad. Cuenta con todo nuestro apoyo. Para ser entrenador tiene que empezar como ayudante", declara Alfredo Aracil. Los sueños de su pupilo van más allá. Además de celebrar que ha conocido "a muchas personas gracias al judo" desea competir. La culminación de estos anhelos la encontraría en los Paralímpicos de Río de Janeiro en 2016. "Agradecería acudir. Me estoy preparando para ello con buenas palizas a diario. Y he dejado de comer bollería industrial", afirma entre carcajadas.

La participación de Moreno en competiciones no es un asunto tan sencillo como puede parecer a primera vista. En la provincia no abundan los torneos de judo adaptados para discapacitados. "Sí que hay para invidentes. Va relacionado con la demanda y no hay tantos participantes como Pablo", lamenta Aracil, que aún así no pierde la esperanza en que su alumno pueda seguir cumpliendo sus sueños. B. C.