Eran las nueve y doce minutos de la noche cuando el tren que traía a la ilicitana Vanesa Amorós de Madrid llegaba Elda. Un numeroso grupo de familiares y amigos la esperaban en el andén con banderas de España para celebrar la medalla de bronce conseguida el pasado sábado con la selección española de balonmano femenino frente a Corea en los Juegos Olímpicos de Londres.

Antes de bajar, los gritos y las felicitaciones se sucedieron. Su suegra le entregó un ramo de flores y Vanesa fue saludando uno a uno en medio de una gran emoción.

Pero el abrazo más emotivo fue cuando su padre y madre se acercaron a ella y durante varios minutos, y con alguna que otra lágrima, celebraron el mayor éxito de la deportista ilicitana, que en el último año ha conseguido la medalla de bronce en el Campeonato del Mundo de Brasil y ahora ha repetido éxito en Londres.

Todos querían ver y tocar la presea de bronce que tanto sufrimiento y trabajo le ha costado. Su sobrina, la más pequeña de todos los que acudieron a recibirla, se quedó sorprendida cuando Amorós le enseñaba la distinción olímpica.

Tampoco faltó a la cita su cuñado, Antonio González, un exjugador de balonmano que actualmente es bombero y el pasado domingo estuvo ayudando a sofocar el incendio de La Torre de les Maçanes.

Vanesa Amorós fue el centro de atención del tren Madrid-Alicante. Todos los pasajeros que la veían le solicitaron una fotografía y la ilicitana estuvo muy amable como siempre. "Esté éxito no me ha cambiar mi vida, pero ya me puedo retirar tranquila", comento la jugadora ilicitana.