El Real Madrid ha empatado (0-0) con el Racing de Santander, en un encuentro marcado por la alineación dispuesta por Mourinho y la falta de oportunidades para ambos bandos, y que pone de manifiesto que el conjunto blanco no atraviesa un buen momento tras acumular dos jornadas sin conocer la victoria.

El choque comenzó con ambos contendientes lanzándose a tumba abierta en busca de la meta rival. Sobre el papel se tratan de dos escuadras que aspiran a cotas muy distintas. Sin embargo, en la primera media hora del encuentro, se podrían haber cambiado las camisetas, que no se hubiera notado.

Los locales atacaban de un modo incisivo y causaban pánico aéreo en los córners, mientras que los de Mourinho se dedicaban a despejar el peligro. Las novedades introducidas por el técnico portugués en la retaguardia, donde dio entrada a un jugador poco habitual, Arbeloa, y al inédito Varane, que debutada en la Liga BBVA, se dejó notar para mal.

Las únicas noticias del ataque madridista las generaban Cristiano Ronaldo y Marcelo. El problema es que estas noticias no eran precisamente halagüeñas para los merengues. El extremo portugués, al que nunca se le podrá cuestionar su voluntad, sólo comparable a su individualismo, se empeñó en hacer la guerra por su cuenta, sin hacer partícipes de su juego al resto de sus compañeros.

Por su parte, el lateral brasileño se sumaba al ataque, como acostumbra, con suma facilidad y con la clarividencia propia de un fino centrocampista. El problema es que sus ataques propiciaron las internadas de los santanderinos, con un inteligente Stuani que, viviendo al límite del fuera de juego, se dejaba caer por el flanco que descubría Marcelo.

El segundo acto arrancó con un susto de muerte para el Madrid. El veterano Óscar Serrano, con dos zagueros blancos encimándole, se sacó de la chistera un golpeo de media distancia, que obligó a Casillas a repeler una bola que se colaba junto a la cepa del poste. Poco a poco, los merengues lograron sacudirse el ímpetu con que los cántabros salieron de la caseta.

El argentino Di María, que entró en la segunda parte en sustitución de Callejón, fue el encargado de activar el ataque del Real Madrid. El experiquito, una de las sorpresas en el once ideado por Mourinho para asaltar El Sardinero, se mostró apático y desaprovechó esta buena ocasión para agradar a su técnico.

De hecho, fue Di María quien canalizó en su persona las mejores acciones atacantes de su equipo. Partiendo desde la banda derecha, el argentino nutría de balones a sus compañeros de ataque. Con el Madrid volcado en campo contrario, se hacía aún más patente su inoperancia ofensiva, que se limitó a entrar por la fuerza, sin buscar los flancos, ante un rival atrincherado en su área.

En los minutos finales, la entrada de Kaká e Higuaín, no dejó notar el supuesto refresco que debían aportarle a sus compañeros de campo. Por su parte, el Racing pudo sorprender a la contra a un Real Madrid que descuidó su zona defensiva. En la prolongación, el Real Madrid fue preso del nerviosismo, consciente de que la derrota frente al Levante y el empate en El Sardinero, suponen un auténtico 'traspiés' en la lucha por la Liga BBVA.