Tienen a José Mourinho y André Villas-Boas como fuente de inspiración. Son jóvenes, ambiciosos y metódicos y han tomado el mando del 100 % de los banquillos de la máxima categoría. Así es la nueva generación de entrenadores portugueses.

Con una media de edad que ronda los 41 años, los técnicos lusos copan la dirección de los 16 equipos de la Primera División en un campeonato en el que paradójicamente hay cada vez menos jugadores portugueses en el terreno de juego -cerca del 50 por ciento, según los últimos datos-.

Las limitaciones financieras de los clubes portugueses, reflejo de la grave crisis económica que padece el país, es una de las principales razones por la que se apuesta en el producto joven y nacional, pero no la única.

"Estamos más cerca de los jugadores por la franja de edad. Los entendemos y sabemos obtener el máximo provecho de ellos", apuntó a EFE el entrenador del Sporting de Braga, Leonardo Jardim.

Jardim, de 37 años, encarna esta nueva hornada de entrenadores portugueses, muy bien preparados desde el punto de vista teórico y trabajadores incansables, a semejanza de André Villas-Boas, el último talento de los banquillos lusos que pasó del Oporto al Chelsea a cambio de la cifra récord de 15 millones de euros.

"Existe un compromiso muy grande y ese compromiso se basa en respeto y cooperación", agregó el técnico del Braga, club que llegó a la final de la Liga Europa en mayo de la mano de otro portugués, Domingos Paciencia.

Hijo de inmigrantes portugueses, Jardim nació en la ciudad venezolana de Barcelona (Estado de Anzoátegui), pero retornó de joven al archipiélago de Madeira, el hogar de su familia, donde comenzó con apenas 27 años su carrera de entrenador.

Se curtió como auxiliar en el modesto Camacha hasta que en el 2008 dio el salto al Portugal continental para dirigir al Chaves (segunda división) y posteriormente al Beira-Mar, con el que logró un ascenso.

"El entrenador portugués tiene mucha dedicación y profesionalismo. Le gusta el juego equilibrado, ya sea en ataque o en defensa", expuso.

Jardim consideró que haber apostado en entrenadores nacionales ha tenido resultados "tan positivos" que los emblemas portugueses prevén continuar con la misma tendencia en el futuro.

"Rentabilizamos al máximo los activos que tenemos", insistió el entrenador madeirense, quien ve a Mourinho y Villas-Boas como dos técnicos que dan ejemplo por su "pasión enorme, dedicación y trabajo".

De perfil heterogéneo, algunos ex futbolistas, otros de formación académica, los preparadores lusos han obtenido fantásticos resultados en los últimos años.

En su primera temporada con "los dragones", Villas-Boas, de 33 años y sin experiencia como jugador de elite, sorprendió al mundo futbolístico al ganar con el Oporto el campeonato, la Liga Europa, la Copa de Portugal y la Supercopa lusa.

Paciencia, de 42 años y actual responsable del Sporting de Lisboa, obtuvo un subcampeonato en 2010 y la citada final de Liga Europa con el Braga, mientras que el Benfica de Jorge Jesús, el entrenador más veterano, con 57 años, se proclamó campeón nacional en la temporada 2009/2010 con un exuberante estilo de juego.

Precisamente, privilegiar la posesión del balón es una de las bases de esta generación, donde destaca el actual entrenador del Oporto Vítor Pereira (43 años), el del Guimaraes, Rui Vitória (41 años), o el del Marítimo de Funchal, Pedro Martins (41 años).

La intensidad defensiva que caracteriza a los equipos del "maestro" Mourinho es otro de los principales rasgos.

Sus máximos exponentes son el ex jugador del Oporto Pedro Emanuel (36 años y entrenador del Académica de Coimbra), Paciencia y el propio Jardim.

La selección nacional también se ha contagiado por esta tendencia. El ex futbolista del Oviedo Paulo Bento, de 42 años, dirige los destinos de Portugal desde hace un año.

Ya afirmados en su país, el principal reto de esta hornada es repetir los buenos resultados domésticos en equipos extranjeros.

José Mourinho, ganador de varias Ligas con el Inter de Milán y el Chelsea y de una Liga de Campeones con el club italiano, es la referencia inevitable.