El británico Chris Froome (Sky) ganó la decimoséptima etapa de la Vuelta a España, entre Oyón (Álava) y el alto de Peña Cabarga (Cantabria), mientras que el líder Juan José Cobo (Geox-TMC) fue segundo en la cima a un segundo y conserva el jersey rojo de la general por unos escasos 13 segundos.

El ciclista del Sky conocía la subida, y Cobo, que vive a 50 kilómetros de Peña Cabarga, no. Por eso el corredor del Sky sabía que tenía que arrancar en la zona más empinada, a 800 metros de la pancarta. Atacó con fuerza, en una especie de esprint interminable cuesta arriba, y puso en jaque al "Bisonte de la Pesa", que hubo de sufrir en casa, ante su afición, para evitar la catástrofe.

Tuvo todo perdido, reaccionó, pudo ganar la etapa y claudicó en los últimos 30 metros. Una secuencia memorable en un palmo de terreno, que tal vez valga una Vuelta.

"He sufrido mucho y llegué a pensar que iba a perder el jersey rojo. Cuando arrancó no le pude seguir y luego pude recuperar. Ha sido fundamental el apoyo del público", dijo Cobo, aún encogido por el susto.

Froome, de 26 años, anunció que iba a quemar las naves en el feudo de Cobo. Era la última oportunidad para asaltar el poder, y cumplió su palabra. La revelación de la Vuelta, segundo en la contrarreloj de Salamanca y maillot rojo en la capital charra arrebató los galones a su jefe de filas, Bradley Wiggins y ha demostrado potencial para luchar por una prueba grande, su sueño como corredor.

Un anhelo hecho realidad para Froome, quien sigue sin tirar la toalla. Si las cuentas no terminaron de salir en Peña Cabarga, le quedan algunas soluciones. "Una diferencia de 13 segundos es muy corta, pero la única forma de ganar son los esprints intermedios, y habrá que luchar por ellos", anunció.

Peña Cabarga, con sus 6 kilómetros de ascenso al 8,9 de pendiente media era el escenario marcado de antemano para la disputa del título y para que algunos corredores trataran de asomar la cabeza en la Vuelta. La escapada del día, de 21 corredores, nunca tuvo pinta de prosperar.

El pelotón no permitió grandes diferencias, dejó que la avanzadilla abriera carrera en el Portillo de Bustos (3a) y en La Lunada (2a), en cuyo largo descenso se juntó el gran grupo. El Euskaltel, Vacansoleil y Katusha se encargaron de que se cumpliera el guión establecido. La escuadra vasca buscaba el triunfo de Antón o Nieve, y el equipo ruso para "Purito", mermado por la caída de la víspera.

Los hombres del Geox controlaron la subida final. Menchov, con dos Vueltas y un Giro en su palmarés se puso el mono de trabajo al servicio de Cobo. Los hombres de Matxín no se inquietaron cuando saltó el belga Van den Broecke, uno de los que tienen que aprobar aún la asignatura de la temporada.

El corredor del Omega saltó del grupo de favoritos, alcanzó a los hombres que buscaban por delante la etapa, Daniel Martin, Bruseghin y Sorensen, pero el belga y todos los demás fueron víctimas de un final de etapa explosivo, incluido como Mikel Nieve, que también luchó por su aprobado.

A falta de 800 metros comenzó el espectáculo. Froome demarró con fuerza y soltó a Cobo, aturdido por el mazazo. La Vuelta se le iba al "Bisonte" ante los ojos atónicos de su afición, se le escapaba el sueño. Pero el desaguisado tuvo arreglo. En una reacción casi milagrosa el líder del Geox echó el lazo a Froome e incluso le superó. La Vuelta de nuevo en el bolsillo.

No había terminado la agonía. Cincuenta metros dieron para mucho. Froome volvió a reaccionar "al ver que Cobo flaqueaba". Le disparó al "Bisonte" un último disparo. No le hirió de muerte, pero se regaló la etapa, 20 segundos de bonificación y dejó la Vuelta con un interrogante. Quien quiera vestirse de rojo en Madrid tendrá que luchar hasta el último metro.