Una vez disfrutada la segunda jornada de descanso, la Vuelta entra en la recta final con una sorprendente clasificación general encabezada por el maillot rojo Cobo y el británico Froome, dos gregarios que han asumido los galones en sus respectivos equipos y que separados por 20 segundos se van a jugar la carrera en las etapas de Cantabria y País Vasco.

El treintañero "Bisonte de La Pesa", noveno líder de la Vuelta tras su exhibición en el Angliru, se ha colocado en el centro de los focos, el favorito para suceder en el palmarés al italiano Vincenzo Nibali. Tal condición se la ha ganado en la carretera y la defenderá en casa, concretamente mañana en el final en alto de Peña Cabarga, en su terreno, donde debe alcanzar la diferencia definitiva para subir el domingo en Madrid a los más alto del podio.

Un escollo accesible para Cobo, que no fácil, pues el keniano-británico Christopher Froome, otro que ha desplazado a su jefe, en este caso a Wiggins, ha demostrado fortaleza en todos los terrenos, y de no haber sido por la obediencia a su líder, ahora estaría vestido con la roja.

El ciclista del Sky, de 26 años, es la revelación de la Vuelta, convertido en la primera baza de la escuadra británica. No tira la toalla. Lo dejó claro en León, donde disfrutó del día de descanso.

"No me doy por vencido porque siempre hay oportunidades. Cobo está muy fuerte, como demostró en el Angliru, donde nos sorprendió. Las diferencias son mínimas y mientras haya terreno por delante hay esperanzas", señaló Froome. Son 20 segundos los que separan a Cobo del gregario de Wiggins, un margen estrecho que puede variar con una bonificación, un despiste, una avería o cualquier otro contratiempo. Y terreno queda para seguir buscando cualquier oportunidad. Nadie se atreve a decir que la Vuelta está decidida. De eso es consciente el propio Cobo.