La carrera de Turquía venía con tanta trampa que salir del circuito después de pisar el podio se debe entender como una gran noticia para Fernando Alonso. Así lo interpretan en Ferrari, donde la lectura habla del primer paso de un proceso de caza a dos coches voladores con el nombre de Red Bull inscrito en el chasis. Es posible que no lleguen a tiempo, que cuando estén para discutir las victorias a Vettel (Webber parece que no cuenta para la gloria en los planes del equipo) sea demasiado tarde, pero lo que no van a hacer desde Maranello es entregar la bandera después de intercambiar los primeros golpes.

El riesgo que tenía esta carrera para Fernando Alonso era verse en lo que al final le sucedió a Massa. El brasileño (11º) se quedó fuera de los puntos, castigado por contratiempos en cada uno de sus cuatro cambios de neumáticos y después atrapado en el tráfico.

La carrera del asturiano fue de las que quedan recogidas en los manuales del pilotaje perfecto. Estuvo agresivo cuando hizo falta y supo guardarse en las situaciones que así lo aconsejaban.

A Estambul llegó un Ferrari 150º Italia muy cambiado. Cirugía profunda en un monoplaza decepcionante en el tramo asiático que ahora enciende las primeras luces de la esperanza. Esperan más músculo en Barcelona para seguir recortando distancias. Si algo bueno tienen Ferrari en este proceso de regeneración es que su techo, desde luego, está muy lejos.

No llegó Fernando Alonso al domingo en mucha mejor situación que otras jornadas menos productivas, porque del sábado salió con la quinta posición a la que vive anclado en las sesiones clasificatorias de esta temporada. Pero algo cambió desde que el semáforo dio luz verde al desfile de monoplazas.

Por fin una buena salida

Esta vez no derrapó sobre la marca de la salida, ni quedó bloqueado, ni sufrió un coche ahogado mientras el pelotón le devoraba. Arrancó todo lo firme que pudo, teniendo en cuenta que por detrás venía un McLaren desbocado con Button al volante. Aguantó la embestida del inglés y el cuerpo a cuerpo se prolongó durante tres curvas. Por un momento, parecía que el asturiano daría su brazo a torcer pero, instalado en la trazada buena, defendió su posición al tiempo que Hamilton cedía la suya.

Del vaivén inicial salió el español en cuarta posición y comiendo terreno al Mercedes de Nico Rosberg. Le bastaron unas pocas vueltas para sacar al alemán del podio. Adelantamiento de escuela fina gracias a uno de los inventos del año: el alerón trasero móvil, una gran ayuda para las situaciones de enfrentamiento directo.

De las carreras buenas siempre salen lecturas positivas. Es cierto que Fernando Alonso nunca inquietó a Vettel, ni siquiera el poco tiempo que rodó segundo en el tramo intermedio. Pero la sensación (y los números) dicen que este Ferrari tiene otra pinta. Durante toda la tarde, los tiempos del ovetense fueron parejos a los de los dos Red Bull. Hasta disfrutó de un par de vueltas rápidas.

Fue en el proceso más eufórico de lo que derivó en una gran tarde para la moral ferrarista y también para las tropas del alonsismo militante. De la segunda parada salió el asturiano con su mejor juego de neumáticos blandos, el que apenas había usado en la clasificatoria del sábado, cuando renunció a pelear por una pole imposible precisamente para contar con unos blandos frescos en el momento clave de la carrera dominical.

Entonces se desató la gran batalla de la tarde. Un Ferrari desconocido y desbocado, a la caza del segundo de los Red Bull. El hueco que tenía Webber se fue cerrando poco a poco hasta que Alonso se colocó sobre el coche azul. En la curva 12, donde estaba permitido usar el alerón móvil, le enseñó el morro por el interior a su amigo australiano, que entró al engaño e intentó cerrar la puerta. Cuando quiso darse cuenta, Alonso se había colado por el exterior. Lanzado, quiso poner tierra de por medio temiendo lo que iba a pasar más tarde, con la carrera agonizando.

Hubo que cumplir con una cuarta parada muy al final. Como venía haciendo toda la tarde, el asturiano clavó los movimientos de Webber y entró al último cambio de neumáticos a la vuelta siguiente (45) que su rival. Pero en Red Bull le habían guardado a su piloto un juego de neumáticos duros sin usar. En un santiamén le quitó a Alonso los tres segundos que tenía de ventaja y recuperó la segunda posición, a pesar de la resistencia del Ferrari. El doblete de Red Bull era un hecho y también el primer podio del español.

Enorme éxito para la Scuderia, que colocó a su piloto como un intruso en el imperio de Red Bull. Vettel, Webber y Alonso fueron del mismo mundo. Entraron en diez segundos y dejaron lejos, en la eternidad a Hamilton, a medio minuto del ovetense.