"Por fin en casa", asegura feliz José Luis Trasobares, Traso. El escalador, afincado en El Campello, ha recibido el alta médica ayer por la mañana y se encuentra recuperándose en su hogar después de que un edema pulmonar, provocado por la "inhalación de mucho aire frío y seco, y un ascenso muy rápido", según ha reconocido su preparador, le obligara a abandonar la subida que estaba llevando a cabo junto a la expedición ilicitana Reto Everest.

A más de 7.000 metros de altura, aproximándose junto al grupo al Campo I, Traso comenzaba a sentir fuertes dolores en el abdomen y en la espalda, acompañados de mareos y vértigo, por los que decidió perder altura hasta el Campo base avanzado. "Podía aguantar y bajé solo, pero no hubo mejoría. A 6.400 metros empezó la fiebre y la tos. Las sensaciones físicas y psicológicas eran muy negativas, porque al mal estado físico, se le juntó el miedo", relata.

El joven escalador logró descender hasta el campo base Chino, situado a 5.150 metros de altura, y permaneció en él durante toda una semana de "auténtico calvario", reconoce Traso. "Estuve siete días escupiendo sangre y vomitando, y el saturómetro (aparato para controlar la saturación del oxígeno en sangre) no daba buenas noticias".

Tras contactar con los médicos que asesoran a la expedición, el montañero abandonaba el Everest y se trasladaba a Kathmandú, donde embarcó en un vuelo a España, antes que acudir al hospital de San Juan, dados los precedentes, pues en 2009, su compañero Francisco Marcos ingresó en uno de ellos y una bacteria entró en su organismo. Aquel año, Traso tampoco pudo culminar la escalada del monte Cho-Oyu debido a las adversas condiciones climatológicas. Por suerte, la cima más importante, la de su recuperación, se encuentra ya a escasos metros.