El número uno del mundo, Rafael Nadal, firmó anoche su primera victoria en la nueva edición de las Finales de la ATP (Copa Masters), en Londres, tras una costosa remontada al estadounidense Andy Roddick, por 3-6, 7-6(5) y 6-4.

Nadal calentó en el primer set, desgastó a su rival en el segundo y logró acomodarse en la pista para derrocar al octavo mejor tenista del momento en dos horas y treinta y tres minutos.

"Me ha costado muchísimo, he empezado cometiendo muchos errores. Pero es que llevaba un mes o casi cinco semanas sin competir y luego es difícil luchar con los mejores del mundo", confesó Nadal en declaraciones a pie de pista, nada más terminar el duro encuentro con el que arrancó este "Torneo de Maestros".

Según indicó el ganador, esta victoria le da "un pelín de calma", pero ya está pensando en el siguiente, que disputará ante el serbio Novak Djokovic: "es el más difícil de todos, tendré que jugar mejor si quiero ganar".

El de Manacor cedió hoy en los puntos claves. Ya en el primer juego desaprovechó tres bolas de rotura, las mismas que echó por la borda dos juegos más tarde.

También en el segundo juego quedó de manifiesto la presión con la que Nadal saltó a la pista esta noche, al cometer dos dobles faltas que ayudaron al estadounidense, número ocho del mundo, a romperle el servicio.

Pese a encontrarse en suelo extranjero, el español reunió a más público que en la sesión de ayer, domingo, cuando debutaba el héroe local, el británico Andy Murray.

"Rómpele, Rafita"

La entrega del público fue creciente en un partido intenso, costoso para ambos en cada paso que daban y protagonizado por el apoyo las gradas, increíblemente abarrotadas, entregaron a Nadal, al que animaban en distintos idiomas y con lemas tan de casa como "Vamos Rafa, cómetelo" o "Rómpele, Rafita".

Aunque el número uno del mundo llegó a este torneo de "elegidos" tras entrenar a destajo su saque y ausentarse de la anterior cita del circuito (París-Bercy) por una tendinitis en su hombro izquierdo, Roddick lo superó en la materia.

El de Texas se anotó el tercer juego prácticamente con sus saques directos: hizo tres consecutivos y uno de ellos ejecutado a una velocidad de 228,5 kilómetros por hora, que dejó exhausta a la audiencia.

En los primeros momentos del duelo, noveno entre estos dos jugadores, el americano tomó confianza y fue mejorando su saque. A la vez, se iba sintiendo más seguro para subir en la red, donde también consiguió bonitos puntos.

Mientras, el más joven de los dos, Nadal a sus 24 años, trataba de acomodarse en el terreno y desgastar al rival, provocando con un saque más lento que su contrincante restara adecuadamente y se procediera a un intercambio en el que, consideraba, podría lograr más fácilmente los puntos necesarios para remontar.

Desempate

Así transcurrió el primer parcial, que duró cuarenta y nueve minutos, para dar paso a una segunda parte más ajustada. Tanto que obligó a llegar al desempate.

Ese segundo set consistió en una auténtica lucha abierta en la que Nadal curó sus errores del anterior. Lo pagó caro, ya que se extendió durante una hora, pero logró igualar el marcador y comenzar con nuevo pie el desenlace.

En la tercera tanda, Nadal quiso acelerar el ritmo y lo liquidó en cuarenta y cuatro minutos, no sin antes sufrir y hacer padecer a todos sus seguidores, como demostraron unos cuantos aficionados mexicanos que le repetían desde sus asientos lo mucho que se le quiere al campeón de tres Gran Slams esta temporada en ese país.

Si bien Roddick brilló en su servicio -anotando hasta siete saques directos-, Nadal lo consiguió mejorar durante el partido e hizo sólo uno menos que su rival. En la estadística que sí superó el mallorquín a Roddick fue en el número de tiros ganadores: diez frente a ocho.

Hicieron falta diez juegos para que Nadal devolviera al público la alegría y esperanza que habían depositado en él, candidato a llevarse este año su primer título en la Copa Masters, de la que salió demasiado pronto -antes de semifinales- el año pasado.

El punto de inflexión fue el quinto juego de ese tercer set, cuando Rafa rompió el servicio de su contrincante en la primera de las tres bolas de rotura de las que disfrutaba y lo hizo además respondiendo con contundencia y en diagonal a una subida a la red de Roddick, que levantó al auditorio.

Su bola de partido llegó con una ventaja en el décimo juego y en ese momento sí supo aprovechar la ocasión. Se recuperó de los despistes concedidos inicialmente.