Lo que iba a ser un sueño se tornó, de golpe y porrazo, en pesadilla. Jorge Pinto, natural de Benidorm, vivió este pasado domingo sensaciones contrapuestas. Jorge abonó 3.000 euros para presenciar en directo la final del Mundial, pero una vez en Sudáfrica, le tocó vivir un "aunténtico calvario", según relató ayer. "Cuando llegamos nos llevaron a un centro comercial para comer y a continuación nos trasladaron hasta un aparcamiento en el que nos iban a repartir las entradas. Pero el tiempo fue pasando y sólo nos ponían excusas", explicó.

Tras cuatro horas de espera, la responsable de la agencia (Kangaroo) desapareció "porque no había entradas para las 350 personas que formábamos el grupo", prosiguió. Algunas de ellas incluso recibieron tickets falsos, según denunció Jorge, mientras que a otras ni tan siquiera se les entregó nada. Entre ellas, él: "Me tocó gastarme 600 dólares en la reventa porque me habían estafado". La rabia y la desilusión se apoderó entonces del grupo. "Fue muy duro ver cómo padres e hijos se quedaron en la puerta del Soccer City sin poder ver el encuentro", señaló. Kangaroo, por su parte, culpa a la agencia a la que adquirió las localidades.