Paraguay se despidió de Sudáfrica 2010, con honra, de pie, con la última gota de esfuerzo sobre el césped de Ellis Park, superado por uno de los favoritos, a los que sorprendió y desestabilizó, con la historia de su fútbol más ancha pero con el lamento de que, a poco más, el logro pudo ser mayor.

Había estudiado perfectamente la fórmula el conjunto paraguayo. De entrada, Martino renunció a las tres puntas. Ha sido una constante una terna de ataque desde que irrumpió como responsable de la selección de Paraguay. Un guiño al cambio de talante del conjunto guaraní, considerada como un cuadro defensivo. Un fiel del cerrojazo. Ha sido norma habitual la presencia del trío de delanteros tanto en la fase de clasificación para Sudáfrica como en el propio Mundial. Es, además, donde más tiene para elegir, con futbolistas experimentados en el fútbol europeo.

Sin embargo, rompió la norma ante Italia y ahora también, contra España. El pedigrí del rival convirtió en precavido al preparador argentino. Reforzó la medular frente el campeón del Mundo. De nuevo contra España, catalogada como un rival de enjundia. Como una de las favoritas.

Pocos se esperaban un arranque similar de Paraguay. Todos implicados, no facilitó la tarea de España y aguardó su ocasión para la contra. Ejecutó un par de advertencias en la primera parte.

Cardozo, que marcó el definitivo contra Japón en la tanda, falló. Casillas lo detuvo. La acción incendió el partido. En la continuación, Antolín Alcaraz forcejea con Villa y el árbitro indica otro penalti. Xabi Alonso anota a la primera. Pero el colegiado manda repetir y Justo Villar lo detiene. Tuvo el gol Paraguay en el último suspiro. En un disparo de Barrios, precisamente que rechazó Iker. Después remató Cardozo. No fue su día y sí el del capitán español, decisivo en el triunfo de España y en el adiós de Paraguay. Con honra. De pie.