Rafael Nadal, número 1 del mundo, venció ayer en la pista Central de Wimbledon al británico Andy Murray por 6-4, 7-6 (6) y 6-4, y se coló en su cuarta final en este torneo. El balear se impuso al escocés, cuarto cabeza de serie, en 2 horas y 21 minutos ante un público entregado a su jugador local, entre los que se encontraba como espectador el futbolista inglés David Beckham. Nadal se enfrentará en la final de mañana al checo Tomas Berdych, undécimo favorito, que previamente se impuso al serbio Novak Djokovic, tercer cabeza de serie.

Nada más terminar el partido, el español admitió que se trataba de una "victoria increíble" por haber vencido a "uno de los oponentes más duros del mundo". Además añadió que haber ganado muchos partidos en tierra esta temporada le había dado, sin duda, "mucha confianza" para encarar este torneo, al que ha venido "a ganar".

Preguntado si le resultaba raro no enfrentarse al suizo Roger Federer en la final, respondió: "Roger siempre ha estado ahí en estos últimos años". De Berdych, verdugo del helvético en cuartos de final, destacó sus "golpes planos y su gran saque".

En su duelo de ayer, la motivación del británico Murray no pudo, finalmente, con la notable superioridad mostrada en la "Catetral" por el número 1. El escocés contó con el apoyo clamoroso de un público entregado, aunque siempre correcto con el rival, que sufrió sonoramente con los errores no forzados -19 en total- que cometió de forma absurda el tenista de Dunblane.

Murray tuvo momentos de nota al inicio del enfrentamiento, en los que estuvo sutil en algunos golpes. Pero Nadal encarriló el choque con un ajustado 6-4 en el primer parcial. El escocés, no obstante, no le perdió la cara al choque. Estuvo seguro con su saque, aunque también terminó perdiendo el segundo set, esta vez en el "tie-break".

Y en la tercer y última manga, Nadal levantó un 4-2 en contra y terminó desquiciando a la afición londinense, que no dejó de gritar "Venga, Andy, céntrate".