El seleccionador argentino, Diego Armando Maradona, se ha empeñado en comparar el Mundial de 2010 con el que él contribuyó a ganar en 1986 y considera que repetir esa hazaña es el destino de la albiceleste, que hoy se mide por un puesto en las semifinales contra la joven y prometedora Alemania, una de las selecciones que mejor sensación ha causado en Sudáfrica. Será un duelo plagado de referentes históricos, las dos finales que se repartieron en 1986 y 1990 o los cuartos de final de hace cuatro años, cuando los germanos se impusieron en su casa en una tanda de penaltis que apartó de la gloria a Argentina. De todos aquellos rasguños han quedado cicatrices que unos y otros han aireado estos días para calentar un duelo que promete muchos voltios, los de la demoledora delantera argentina, los de la descarada lozanía germana.

Argumentos que han aupado a ambas selecciones ante un cruce de altura y que ahora pondrán encima del tapete del Green Point de Ciudad del Cabo para meterse entre los cuatro mejores del mundo. Argentina es la máxima anotadora de los ochos equipos que quedan en liza, con diez dianas logradas por dos tantos recibidos, un balance muy positivo que ha permitido a la albiceleste sumar cuatro victorias en otros tantos partidos y pasar del estatus de favorita histórica al de candidata real al título. Las lagunas en el juego, la descompensación del equipo, las carencias, se han compensado a base de una aplastante contundencia ofensiva, con un Gonzalo Higuaín astuto que lleva cuatro dianas y un Tévez eficaz que ha sumado dos. Y con un Lionel Messi es estado de gracia que todavía no ha marcado pero que ha abierto cuantas defensas le han colocado enfrente, lo que le sitúa como el jugador más brillante en lo que va de Mundial.

Enfrente, una selección joven y descarada, una auténtica revolución en la que han entrado debutantes como Özil, Müller, Boateng, Khedira y Neuer. Una generación de veinteañeros que se ha sumado a otra algo más veterana, la de los Schweinsteiger, Mertesacker, Lahm, Podolski para confeccionar un equipo sólido y atractivo. El destino llama a su puerta.