La selección española regresa a los cuartos de final, el mismo sitio que no ha superado desde la cita de Brasil en 1950. El enfrentamiento contra Paraguay supone regresar al mismo sitio donde se han sufrido algunas de las más grandes frustraciones de la historia de la selección. Porque no sólo se ha convertido en una barrera infranqueable en la era moderna de la selección en los Mundiales. También por las circunstancias.

En 1994, España quedó eliminada por un triste partido ante Italia, en la que se tuvo la victoria en la mano -con la célebre ocasión de Julio Salinas- y el posterior penalti-agresión que sufrió Luis Enrique ante Tasotti.

Ocho años después, la eliminación también fue muy dolorosa. A priori, la selección rival permitía albergar serias esperanzas: Corea del Sur. Sin embargo, aún están frescos en la memoria los acontecimientos: los goles anulados a la selección y la posterior tanda de penaltis.

Con la misma cadencia de ocho años se regresa a la cita cuartofinalista. Una barrera psicológica que ya se superó hace dos años en la Eurocopa, donde la Roja acabó con dos mitos a la vez: rebasar esa parte eliminatoria y dejar en la cuneta a la selección italiana.

Si se supera a Paraguay, la semifinal no sería cualquier cosa: Alemania (la derrotada en la Eurocopa) o Argentina.