La selección de Paraguay, empeñada en hacer historia en un Mundial y sobrepasar por vez primera los octavos de final, irrumpe en el camino de la defensa del título de Italia, vigente campeón, alentado por el deseo de derribar la corriente crítica y las dudas que le han acompañado hasta Sudáfrica 2010.

Marcelo Lippi cuenta con una carga añadida a su responsabilidad. Los malos resultados en los partidos preparatorios y las voces contrarias por la configuración de una lista en la que prescindió del talento de futbolistas como Antonio Cassano o Mario Balotelli han ampliado el peso de la presión a la que, ya de por sí, se ve sometida la condición de campeón y la leyenda del cuadro transalpino.

Lippi afronta el choque contra Paraguay con un grupo de "fieles". Futbolistas experimentados, algunos en exceso, pero fieles a la causa. Un grupo hecho a medida en el que ha tenido que realizar algunos ajustes para salir al paso de los contratiempos.

El primero fue la baja de Andrea Pirlo, que llegó a Sudáfrica lastimado en el gemelo de su pierna izquierda. El centrocampista del Fiorentina Riccardo Montolivo fue siempre con la opción que trabajó el seleccionador italiano que tampoco pudo contar plenamente hasta pasados unos días con Mauro Camoranesi, aún a destiempo para salir de inicio.