Acaba el entrenamiento vespertino de Argentina en Pretoria (Sudáfrica) y Diego Maradona toma el cigarro habano que le ofrece un asistente, todavía sobre el césped, lo fuma, lo tiene en sus dedos y cuando le preguntan desde la banda asegura que es de los que le manda su amigo Fidel Castro.

El seleccionador argentino hace ese gesto ante centenares de fotógrafos, de ojos que auscultan desde la grada cada movimiento del entrenamiento, de los últimos instantes del mismo, los únicos abiertos a la prensa.

Maradona se recuperó en Cuba de sus problemas físicos y no ha ocultado que la isla caribeña le rescató de la muerte. Con Fidel hizo una amistad que continúa.

La anécdota cobra peso por la falta de espesor de la parte de la práctica que vieron los informadores procedentes de todo el mundo. Apenas un cuarto de hora que dedicaron a entrenar a los porteros, obligados a defender los disparos de cuatro de los teóricos suplentes: Palermo, Milito, Agüero y Pastore.

El resto, cuando Maradona ensayó de verdad con el equipo, cuando se supone que puso a trabajar el once con el que tiene previsto debutar ante Nigeria el próximo sábado, estuvo vedado a miradas ajenas a la selecta nómina de quienes tienen salvoconducto en el Centro de Alto Rendimiento de la Universidad de Pretoria.

Mientras cientos de aficionados se apelotonan a la puerta de la fortaleza albiceleste, mientras los reporteros claman contra la escasez de información que llega del interior, Maradona prepara en secreto su once de partida, el equipo con el que comenzará la andadura para aumentar su gloria.

Nada es oficial y el oficioso 3-4-3 que domina en las apuestas no está exento de una sorpresa de última hora: Romero en la meta; Demichelis, Samuel y Heinze en la zaga; Jonás Gutiérrez, Mascherano, Verón y Tévez en el centro; y Di María, Higuaín y Messi en el ataque.

Ante la ausencia de informaciones oficiales, el entorno de la selección es un hervidero de rumores. Habrá sorpresa de última hora, sostienen unos con la misma base de firmeza con la que otros aseguran que ésa es su apuesta definitiva.

La concentración de Argentina es, sin duda, una de las más concurridas de los días previos al inicio del Mundial. Pero también de las más silenciosas.

De lo poco que trasciende parece que reina un buen ambiente y que Maradona ha logrado que el grupo se cohesione.

Gabriel Heinze, uno de los más veteranos, explicó hoy que la selección está en buen momento, que han preparado bien la cita mundialista y que el sábado próximo en el debut contra Nigeria se verá el verdadero valor de la albiceleste.

El defensor del Marsella, que vive su segundo Mundial, no tiene duda de que ese valor dependerá de la fortaleza colectiva del grupo y no de las individualidades, en particular de las de Lionel Messi, a quien todo el mundo espera ver salir como la estrella del Mundial.

Si el rosarino utilizó el Barcelona para subir al primer escalón del fútbol Mundial, ahora precisa de una gran prestación con la albiceleste para confirmar ese nivel.

Y Heinze sabe que eso le puede generar una presión suplementaria que Messi no necesita. Por eso, el defensor afirmó que lo importante no es un jugador si no el grupo.

"El conjunto hace ganar estos Mundiales, que sea el Mundial de Leo no me va a cambiar. Todo el mundo espera a ver lo que hace Leo, es el mejor del mundo, es el que está en mejor momento. Pero Argentina no depende de Lionel, si no de cada uno de los que entran en el campo", indicó el jugador del Olympique de Marsella.

"Messi también es humano, puede tener tardes buenas o malas, ojalá tenga todas buenas por el bien de Argentina. Pero ojalá que el equipo sea la figura del Mundial", aseguró.

Mientras, Maradona espera en silencio. Fumando uno de los habanos de Fidel y dejando que se multipliquen las conjeturas.