Se presenta como estreno absoluto lo que ya fue estrenado en 1998 por otra compañía. Un monodrama o soliloquio con una estructura dramática divida en un buen número de escenas con estilo e imágenes que se alejan de la estética naturalista. La poética textual funciona armónicamente y con el efecto melódico de la única actriz de la obra.

Sario Téllez interpreta a una mujer abandonada por su marido y con un hijo. La cajera de un supermercado exponiendo el dolor que puede conducir a una notable crisis de la que es difícil salir quizás. Los desgarros interiores traducidos en un recital de palabras. Lo que piensa y siente con esos arañazos que anidan en su corazón. Perversidad y trazos de erotismo en la voz y en las actitudes de ella, o algunos cambios de vestuario y en el diseño de iluminación para lograr el sugestivo clima dramático que persigue Alfonso Zurro, veterano autor y director nacido en Salamanca pero vinculado profesionalmente a Sevilla. A eso se atiene la dirección de Ricardo Iniesta y de la propia actriz Sario Téllez, miembros de la compañía sevillana Atalaya, grupo que cumple 25 años de vida.

«A solas con Marilyn» es el primer espectáculo unipersonal del colectivo. Un pequeño formato para hablar poéticamente sobre el desamor, el abandono y la frustración. Odio y destrucción que empujan a la protagonista al intento de borrar el pasado y negar el futuro. La otra es Marilyn. Y Sario Téllez asume este mito de la Medea de Eurípides, aquel personaje que mata a sus hijos para causarle el máximo malestar al hombre que la abandona y con el que los había tenido en común. Sensibilidad interpretativa, buena declamación y fluidez de Sario Téllez para bucear en la identidad de esta persona.

El espacio sonoro, los zapatos rojos de Marilyn Monroe, el breve teatro de sombras, la forma metafórica y la plástica escénica, en definitiva, pueden cansar y seducirnos.