Publicada por Editorial Nowtilus, Carlos Andrade (La Coruña, 1957);, publicista gallego, narra una historia épica. En Nublos, una aldea inventada de Galicia, nace Orestes Lagoa, un niño que vive pegado a un diccionario mientras observa cómo se derrumban los pilares de su saga.

Paralelamente, el libro nos presenta a Bruno Broa, un atípico boxeador, sensible y sentimental, que mira el mundo a través de la poesía, mientras sueña con triunfar en Nueva York.

"Aquel diluvio de otoño" es una alegoría del combate que todos libramos en la vida, la importancia del amor, la devastación que producen las pérdidas afectivas y la confusión que nos atrapa cuando todo nuestro horizonte ideológico se derrumba.

Un coro de voces relata la épica pelea en el palacio de las grandes veladas de boxeo, el mítico Madison Square Garden de Nueva York. Dos son los combates que se libran: uno entre Bruno Broa y el demoledor Ñato Pólvora Herrera; el otro, el más duro de todos, el que librará Orestes Lagoa contra una infancia fallida, las pérdidas y el miedo a los lazos afectivos.

Carlos Andrade presenta un retrato agudo del neorrealismo hispánico de los sesenta con la ternura de sus protagonistas atrapados en la violencia del boxeo y de la vida, y donde no falta un guiño al humor.

Novela nostálgica, dura, realista y esperanzadora, está escrita con diálogos ágiles y amenos que permiten descubrir la verdadera naturaleza de unos personajes con tanta fuerza que parecen tener vida propia.

En opinión del escritor peruano Jorge Eduardo Benavides, autor del prólogo del libro, "Aquel diluvio de otoño" es ese tipo de novela que suele gustar a quienes exigen de la literatura algo más que un pasatiempo, "o en todo caso un pasatiempo que a la vez sea inteligente, arduo y a veces áspero".

Y ello, no porque se trate de una novela difícil o enrevesada, "sino porque demanda una total complicidad por parte del lector, una postura alejada de la indiferencia".