El sinhogarismo en los ojos de Rafa Arjones

Un estudio de los sociólogos Roche y Agulles analiza la evolución del imaginario sobre las personas sin hogar a través de instantáneas del fotógrafo de INFORMACIÓN de las últimas dos décadas

El trabajo, publicado en la revista de ciencias sociales suiza Heliyon, concluye que las fotografías ayudan a ver el fenómeno de forma "más humana y menos prejuiciosa"

África Prado

África Prado

El sinhogarismo es definido por la RAE como «circunstancia de la persona que carece de hogar donde vivir y, generalmente, de cualquier medio de vida». El término, incluido desde 2023 en el diccionario, ha sido reflejado visualmente de forma constante en el trabajo tras la cámara de Rafa Arjones, jefe de fotografía de este diario. A partir de las imágenes sobre este tema, publicadas en INFORMACIÓN en las últimas dos décadas, han basado los sociólogos de la Universidad de Alicante Juan Antonio Roche y Juan Manuel Agulles su estudio Personas sin hogar: imágenes e imaginarios, publicado recientemente en la revista de ciencias sociales suiza Heliyon.

El objetivo del trabajo era ver de qué manera se crean los imaginarios sociales en torno a este fenómeno y cómo influyen las imágenes que trasladan los medios de comunicación a construir esa imagen colectiva. Los resultados de dicho estudio, avanza Roche, apuntan a «un cambio en las fotografías del sinhogarismo que destaca las situaciones individuales a otro que busca la contradicción y se centra en el problema estructural del acceso a la vivienda».

«Históricamente -continúa el profesor titular de Sociología de la Cultura y de las Artes en la UA- estas situaciones se centraban en variables individuales asociadas a estilos de vida marginales y a problemas mentales o conductas adictivas, pero a partir de 2008, con la crisis económica e inmobiliaria, el fenómeno se empieza a ver de forma más amplia y con variables más complejas como consecuencia de un proceso de exclusión residencial de mayor alcance».

Ambas causas, individuales y estructurales, están vigentes hoy y en tensión, y así se refleja en las más de un millar de imágenes analizadas entre 2002 y 2020 de Arjones, quien seleccionó 170 y los autores redujeron a una treintena, todas publicadas en el diario.

Si Agulles pone en contexto la situación del sinhogarismo en la provincia y en España, un fenómeno que en este periodo ha crecido un 25%, Roche -que ya analizó en otro estudio anterior el trabajo de Arjones en la primera fase de la pandemia de 2020- apunta que el fotorreportero ha ido reflejando esta evolución del fenómeno con objetividad, como huella de la realidad, «pero al mismo tiempo ha producido imágenes que cuestionan ese imaginario con una visión crítica. A través de encuadres y de intención al hacer las fotos ayuda a producir un imaginario nuevo más complejo».

En ellas, los autores han visto el sinhogarismo relacionado con tres ejes: la mendicidad y los nuevos sin techo, el mercado inmobiliario y la vivienda precaria, y la vida consumista. «Muchas de las personas sin hogar duermen en oficinas bancarias, que les dan permiso para ello, a otras la situación les empuja a vivir en la calle, en su coche, en las afueras de la ciudad, en viviendas precarias hechas con maderas o plásticos y otros son consumidos por la propia sociedad de consumo», indica el sociólogo, que aclara que «hay gente que pide trabajo, no dinero» y que el fenómeno actual no excluye a las mujeres.

Mirada más empática

El estudio concluye que las fotografías de Arjones «tienden a contemplar las variables estructurales frente a las individuales», algo que se corresponde con lo que fotografían otros profesionales en otras partes del mundo, por lo que lo particular llega a ser global, y el fotógrafo alicantino "elabora un discurso crítico sobre este fenómeno a través de contrastes, de personas sin techo ante oficinas financieras o diluidas en el sistema consumista". 

«Arjones contribuye al imaginario colectivo de los sin techo y construye una nueva manera de ver el fenómeno, y esto es muy importante. Recoge y crea una nueva visión más abierta y no tan prejuiciosa con el fenómeno. Apoyado en su sensibilidad, lo retrata de forma más humana, más empática y solidaria. No hay indiferencia ante este fenómeno», concluye Juan Antonio Roche.