Si algo demuestra, además de sus virtudes cinematográficas, es que su director, el gran cineasta Roman Polanski, sigue en plena forma física a sus 84 años. Su última película, cuatro años después de la anterior, La venus de las pieles, sigue las pautas de la fase más reciente de su obra, inspirada en fuentes literarias. Es, en concreto, un adaptación de la novela de Delphine de Vigan que la propia Emmanuelle Seigner, la esposa de Polanski y a su vez protagonista, recomendó al director y que éste asumió plenamente. Nos pone en contacto con una sensible y atormentada novelista de éxito, paralizada ante la idea de tener que comenzar a escribir una nueva novela. Su camino se cruza entonces con el de Elle, una joven encantadora, inteligente e intuitiva. Elle comprende a Delphine mejor que nadie y pronto se convierte en su confidente. Delphine confía en Elle y le abre las puertas de su vida. Pero ¿quién es Elle en realidad? ¿Qué pretende? ¿Ha venido para darle un nuevo impulso a la vida de Delphine o para arrebatársela?

Preguntado en una rueda de prensa qué le atrajo del libro, Polanski dijo que fueron todos los personajes «y esas situaciones peculiares e inquietantes en las que se encuentran. Son ciertamente temas que ya he explorado anteriormente en Callejón sin salida, Repulsión y La semilla del diablo. También es un libro que cuenta la historia de un libro, lo que me resulta muy interesante. Ese era también el caso con La novena puerta y El escritor ( The Ghost Writer). Es mi MacGuffin -esa cosa que provoca la intriga, que resulta ser un objeto-. Además -y probablemente debería haber empezado por eso- el libro me daba la excelente oportunidad de explorar una confrontación entre dos mujeres. A menudo he mostrado conflictos entre dos hombres, así como entre un hombre y una mujer, pero nunca entre dos mujeres».

En relación a por qué mantiene esa estrecha fidelidad a la novela, afirmó que siempre se esfuerza por mantenerse fiel al material original cuando está realizando una adaptación. «Creo que es algo que proviene de mi infancia. Me sentía a menudo decepcionado por las adaptaciones cinematográficas de mis historias favoritas, películas que estaba deseando ver, pero los personajes que me encantaban desaparecían. Las historias nunca quedaban igual... Me prometí entonces que si alguna vez trabajaba en el cine y adaptaba una historia, me mantendría fiel». Por último, a la pregunta si le había resultado complicado dirigir a la mujer con la que comparte su vida, el director expresó que es más fácil que... ¡vivir juntos! [ríe]: «Lo que me sorprendió, tanto con ella como con la otra actriz, Eva Green, fue lo preparadas que estaban ambas actrices. Y eso que recibían el guion de forma fragmentada, dado que aún estábamos puliéndolo mientras rodábamos. Emmanuelle y Eva fueron ambas unas profesionales consumadas y aportaron ideas excelentes. A Emmanuelle le interesaba concretamente crear un personaje que se alejara de sus papeles anteriores»