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Un «Diccionario biográfico» en el sentido clásico del término: excluye a los personajes vivos

El gran cambio de la versión electrónica del «Diccionario Biográfico» respecto a la primera versión en papel es la exclusión de las personas vivas. «Cuando se hizo esa versión se decidió algo con lo que yo no estaba muy conforme: que entrasen vivos y muertos. Yo siempre he pensado que una biografía histórica es una biografía solamente de fallecidos. Me gusta repetir la definición, el pensamiento clásico de los griegos: que hasta el último instante de tu vida no puedes saber si has sido feliz o desgraciado. Porque efectivamente la forma de morir puede alterar totalmente no sólo ese presente en el que te estás moviendo, también el pasado. Entonces, sólo tiene sentido incluir los que ya han cumplido el ciclo de la vida», explica Carmen Iglesias. Esta decisión hizo que se suprimiesen numerosas entradas de aquella primera edición en cincuenta volúmenes, que ahora quedará, a juicio de la directora de la Academia, como un «objeto de búsqueda para los bibliófilos».

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