n Personas disfrazadas con faldas y sombreros con los colores de la bandera británica, locales decorados con todo tipo de elementos patriotas, pantallas gigantes y hasta el himno británico sonando a todo volumen por las calles de Benidorm... Podría ser la crónica de un día cualquiera para la ciudad de la Costa Blanca, pero no, ayer era un día señalado en el calendario de todos los británicos. Por ello, muchos de ellos se reunieron en torno a una buena pinta para honrar a Meghan y Enrique, los miembros de la realeza que ayer contraían matrimonio en Windsor.

La calle Gerona de Benidorm, epicentro de la denominada «zona inglesa», se convirtió por unas horas en un municipio británico más, lleno de jóvenes y familias emocionadas por el enlace real. Mientras algunos le restaban solemnidad al acto, ataviados con caretas de los dos novios, otros vestían sus mejores galas delante de la pantalla, casi como si estuvieran en el condado de Berkshire, lugar escogido para certificar el matrimonio.

La multitud agolpada en las terrazas intercambiaba gritos y aplausos según quién apareciera en televisión. Hubo tiempo, también, para recordar a la princesa Diana, uno de los miembros más queridos de la familia real de Gran Bretaña.

Mientras una despedida de soltero juega con una figura de cartón de los recién casados, una familia de Ipswich califica el enlace de «mágico y moderno». La cerveza, la sidra y las alubias con tomate corren por el cuerpo de cientos de británicos, muchos de ellos sin camiseta, mientras aguantan, a pleno sol pero con pasión, la previa, la ceremonia y todos los actos posteriores de una boda que, pese a vivir lejos de su país, intentarán guardar por siempre en su memoria.