n Julio Zachrisson conoció bien a Eusebio Sempere y sobre su persona apunta que «era muy simpático, con mucho sentido del humor y a veces también mala leche», señala entre risas.

De su trayectoria artística destaca que «perteneció a un grupo artístico importante, el Grupo Parpalló, y su figura fue fundamental. La etapa que vivió en París fue muy importante y su aportación al arte es fundamental, sobre todo con las esculturas que hizo».

El artista de origen panameño se sorprende de que el Museo Reina Sofía vaya a realizar ahora su primera exposición retrospectiva del artista de Onil y se lamenta de que sea «tan tarde».

Zachrisson, con obra en la Biblioteca Nacional, indica que desde esta institución le han solicitado recientemente que aumente la donación que hizo y, al no tener descendencia, su intención es que su obra se distribuya por museos e instituciones que garanticen su conservación y difusión en el futuro, tanto en Panamá como en España.

El Museo de Bellas Artes de Bilbao también está entre sus puntos de destino para sus obras, así como el Museo del Grabado en la Fuendetodos, localidad natal de Goya, una de sus principales influencias en esta técnica.

La obra de Zachrisson, según él mismo apunta, es «expresionista, que consiste en deformar las figuras para dar más intensidad a la expresión, y luego viene el surrealismo», que se percibe sobre todo en sus retratos y bodegones.

«Se me conoce más como grabador pero a mí me gusta todo lo que hago, soy muy inquieto».

Zachrisson dejó Panamá con 22 años y recorrió Centroamérica manteniendo contacto con la realidad social latinoamericana.

En 1953 llega a México, y estudia en la escuela fundada por Diego Rivera, hasta 1958. Opta por la renovación, frente al monopolio de los grandes y su postura en el arte es conciliadora, ampliando su universo con el grabado y la corriente surrealista, como apunta el informe de Rosa Castells.

En los años sesenta viaja por Europa y en 1961 se establece en Madrid. Sus grabados se impregnan de influencias de Goya, Picasso, Mantegna, Velázquez y los expresionistas alemanes. Sus principales recursos expresivos consisten en la violencia del claroscuro y la precisa línea caligráfica. Como resultado, seres imaginarios deformados en su fealdad y miseria. Paralelamente al grabado, Zachrisson inicia su aventura pictórica, donde el claroscuro de los grabados se convierte en un torrente de color que da vida a las imágenes elementales.