¿Sabía que su documental ha formado parte de una práctica del Grado de Psicología en la UOC?

Ah, pues no, qué curioso. ¿Y cómo lo enfocaron?

El título de la práctica de Psicología era "Chiñoles, andaluchines y bananas". En ella se pedía reflexionar sobre prejuicios y estereotipos.

¡Qué bien!

Lo publicó hace dos años. ¿Qué tal ha ido?

Siempre lo vendo con mucha humildad porque lo considero amateur. Por ejemplo, el sonido es regular.

De los 24 minutos, 4 son mejorables.

Bueno, lo que pasó con el documental es que me cogió trabajando y era mi proyecto final de grado. A diferencia de Cifuentes, lo presenté. Pero tuve que matricularme de nuevo porque estaba correteando por la calle buscando temas, yendo a ruedas de prensa…

¿Y lo hizo con agrado?

Cuando se me presentó la oportunidad de decidir qué me apetece hacer, sin cumplir solamente expediente, quise que fuera algo que me motivara y que pudiera mostrar.

Porque volvía a pagar.

Y yo en algún momento quería abordar este tema. Estaba pendiente.

Sin salir en pantalla.

No quise ser foco de atención, sino que la voz fuera coral, directamente a ellos.

¿Por qué le movía tanto el tema?

Por cuestiones personales y por no estar bien abordado por los medios.

¿A qué se refiere?

Una vez me entrevistaron para Gonzoo, una sección para jóvenes de 20 Minutos. Eso fue antes del documental, claro.

¿Le gustó?

Hizo un tema con color y curioso, pero se quedó muy en la superficie. Entiendo que sucediera por la premura que nos apremia a los periodistas.

Entonces, usted quiso ir al detalle.

Para ofrecer vas voces, más contraste, huyendo de confirmar la hipótesis previa.

Dio voz a la comunidad china de segunda generación.

Sí, a gente como yo, que ha nacido en España, que representan un salto generacional, una brecha cultural que existe en todo hijo de migrantes, con el nexo de la educación china como base. Y, además, ver que guardando aspectos comunes, cada persona tiene su historia.

Para reducir el comentario popular de que "todos los chinos son iguales"

Precisamente por eso intenté que saliera gente joven. Aunque hoy joven es hasta los 40. Mezclar a gente que aún está buscando su sitio, que va a la universidad, con otra que ya ha pasado por ese proceso de plantearse quién soy.

¿Cómo lo hizo?

Intenté contactar con gente que fuera desde los 19 a los 34 años. Procuré que hubiera perfiles diferentes que mostraran ese conflicto de identidad. Para ello grabé en Madrid, Barcelona, Valencia y Alicante.

¿Qué detectó?

Que algunos están reajustándose en su propia piel y otros que ya han abordado ciertos debates internos y los han solucionado a su modo.

¿Qué objetivo se marcó?

No caer en el simplismo ni en el dramatismo ni en el sentimentalismo. Ni todo es racismo ni todo es maravilloso. Por eso elegí el formato de entrevista directa. Quería transmitir naturalidad.

Normalizar.

Lo más directo posible. En plan “estamos aquí y tenemos esta opinión”.

¿Cómo influyen nuestros orígenes en nuestra identidad? Porque leyendo sobre el tema existen procesos de categorización en el contexto cultural.

Creo que España aún no está acostumbrada a los migrantes y mucho menos se ha planteado el tema de la identidad. Porque se sigue clasificando por el aspecto y cargamos con un montón de cosas que se supone que te definen.

Tópicos.

Me he dado cuenta más tarde que ha habido chiñoles que han sufrido racismo o bullying sintiéndose bastante castigados por el entorno y hay otros que no, porque vivieron en un pueblo y no encontraron animadversión.

Diga una actitud característica de la comunidad china en España.

La prudencia. No se tiende al victimismo. El tipo de carácter es práctico, de autogestión, de ser responsable de los actos y no poner el foco en los demás.

¿Aunque reciban insultos?

Los chinos han tendido a dejarlos pasar por varios motivos: han pensado que no había beneficio y también se han visto con menos capacidad de respuesta por el tema del lenguaje. Quizá los chinos de segunda generación hemos tenido más herramientas para captar los mensajes entre líneas. Vas asimilando que es un ejercicio de aprendizaje mutuo.

“Se valoriza la fuerza frente al entendimiento, frente al diálogo, frente a la cooperación”, aclara Manuel Rivas. Nos falta empatía y compromiso.

Porque los chinos de primera generación ya han hecho su papel, que ha estado dirigido hacia el trabajo y los hijos. Ahora nos toca a nosotros la tarea de visibilizar, de romper prejuicios.