Joan Alvado leyó en 2010 una pequeña noticia en un periódico y tuvo una corazonada. Una corazonada que le empujó a pasar cinco años fotografiando a pastores y ovejas en los Pirineos con un proyecto de l'Escola de Pastors de Catalunya que ha viajado por medio mundo y le ha valido premios como el Lens Culture Emerging Talent Award, su selección en Descubrimientos PhotoEspaña o ser publicado en The Washington Post, entre otros.

Ocho años después de esa corazonada, el fotógrafo alicantino (Altea, 1979) afincado en Barcelona ha llevado a un libro esta historia, un fotolibro elaborado «con mentalidad de pastor», dice él: pequeño, sencillo y sostenible. De la mano de Pol.len Edicions, Escola de pastors llegará a las librerías en Sant Jordi, con 64 páginas y en una edición de 300 ejemplares diseñada por Odile Carabantes. Un formato de «lectura contundente, más subjetivo y personal», con textos del cantante Feliu Ventura y el pastor Xevi Crosas que lo llevan «a un terreno más poético».

La escuela de pastores de Alvado, algunas de cuyas imágenes se mostraron el pasado año en PhotoAlicante, es fruto de un trabajo reposado y sin prisas, «slow photo -bromea-, mis ciclos son lentos», pero que despertó la curiosidad del fotógrafo desde que recortó aquella noticia del diario: «Siempre se habla del pastoreo como algo tocado de muerte, de otra época, y me pregunté qué era esa escuela y quiénes eran los jóvenes que se apuntaban. La imagen que tenemos del pastor suele asociarse a gente mayor, a algo muy nostálgico en blanco y negro. Esto me pareció ya algo muy diferente y pensé que sería muy interesante insuflarle aire fresco», explica.

Alvado se introdujo en el mundo del pastoreo lentamente, convivía con un par de pastores de la escuela cada año y fue subiendo el nivel de intensidad en el tercero: «Siempre tienes un poco de confusión sobre si lo que haces está bien o no, pero luego me fui dando cuenta de que volvía con fotos que me gustaban mucho. Al principio parecía un proyecto muy local, una anécdota, y los tres primeros años podía parecer que tenía interés solo para mí, pero al final es un proyecto que ha conseguido conectar con esas generaciones de jóvenes que vuelven al campo y, emocionalmente, engancha con los recuerdos que cualquiera tiene del campo, la agricultura o el mundo rural», apunta. Tanto aquí como en Hong Kong, donde también le han pedido mostrar el proyecto, que ha viajado por Barcelona, San Francisco o La Habana y ha sido publicado en The Washington Post y Bloomberg Businessweek (EE UU), Der Spiegel (Alemania), Voima magazine (Finlandia) o Equal Times (Bélgica).

Para Alvado fue necesario mirar las fotografías después de un tiempo, «con suficiente distancia y sin tanto apego para resumirlo mejor» y percibe en este proyecto un cambio en su forma de trabajar. «Lo miro y encuentro elementos que ya estaban ahí, en el color, en la luz. Ahí empecé a hacer cosas que siguen hoy, las primeras definiciones de lo que hago. Es con el primer trabajo con el que me sigo identificando y no necesito ninguna voz externa que me diga que está bien. Cuando ahora empiezo algo nuevo, sé que algo va a pasar con las fotos», cuenta.

Aunque se ve incapaz de llevar un rebaño, Alvado admite que aprendió «muchísimo» de un mundo «del que no tenía ni idea» y que cerrará con un mediometraje sobre este tema codirigido con el neoyorquino David Sampliner. El fotógrafo, que también ha sido premiado por su trabajo de la comunidad musulmana en Cuba, trabaja ahora en otro proyecto ambientado en la isla de Creta.