El Papa imploró «esperanza», «paz» y «dignidad» en un mundo marcado por tantas injusticias y violencias en la bendición «Urbi et Orbi», a la ciudad y al mundo, que el pontífice imparte dos veces al año al final de la Semana Santa y en Navidad.

«Trae frutos de esperanza y dignidad donde hay miseria y exclusión, donde hay hambre y falta trabajo, a los prófugos y refugiados -tantas veces rechazados por la cultura actual del descarte-, a las víctimas del narcotráfico, de la trata de personas y de las distintas formas de esclavitud de nuestro tiempo», instó el papa Francisco.

El Papa aprovechó, como es habitual, la bendición apostólica para enumerar los conflictos abiertos en el mundo comenzando por la guerra en Siria «cuya población está extenuada por una guerra que no tiene fin».