La tarde del Domingo de Resurrección en Sevilla es tarde espléndida de corbatas y de tiros largos, de cambio del luto por los colorines, el comienzo del abono y el mejor lugar de la Tierra en el que se puede estar.

Con tiempo templado y cartel de no hay billetes, Manzanares no podía evitar que su gesto mostrase la enorme responsabilidad al llegar al patio de cuadrillas pese al cariño con que el público sevillano siempre lo recibe, y eso que cumplía con su novena comparecencia en Resurrección.

Su primero, Elegido, salió atacado de kilos y tanto su altura de agujas como cortedad de cuello propiciaron que no pudiera tomar el capote con claridad y se venciera ciñéndose por ambos pitones. En varas su picador Paco Marías se la jugó protagonizando un emocionante tercio de varas en el que el toro mostró un poder que pareció disiparse en el tercio de banderillas.

Comenzó el trasteo de muleta hacia afuera, tras las rayas del tres, ante una embestida desconcertante y sometiéndola bajando la mano derecha. En esas estaba cuando el animal lo prendió cogiéndolo brutalmente y sólo la buena suerte evitó un grave percance. Manzanares volvió a la cara de un toro que cazaba moscas y que sólo pretendía llevarlo al hule, por lo que abrevió con una estocada tras pinchar y fue aplaudido.

El quinto de la tarde se llamaba Listo y enseñó su blandenguería mientras Manzanares lo toreaba a la verónica. A esa falta de fuerza el toro añadió el defecto de cabecear embistiendo de manera descompuesta y el de Alicante tuvo que porfiar para pasarlo de muleta con temple, tratando de imponer sus poderosas manos pero Listo se rajó dejándolo sin opciones. Se despidió con media estocada y aplausos.

En cabeza del cartel actuó el extremeño Antonio Ferrera, que mostró sus buenas dotes de lidiador siendo ovacionado en ambos, y completó la terna el arrollador Roca Rey que formó un lío con el tercero cortando una oreja tras la estocada, aunque finalmente no pudiese rematar su triunfo ante el que cerró el festejo.

La ganadería lidiada fue de Victoriano del Río y toros de Cortés, desiguales tanto de juego como de presentación, y al término del paseíllo se guardó un respetuoso minuto de silencio en recuerdo de los ganaderos Victorino Martín y Domingo Hernández.