¿Cómo nació esta Trilogía?

En realidad, nace sin ningún proyecto, de un viaje que hago a la isla de San Simón. Nunca había estado en ese lugar, que fue un campo de concentración en la Guerra Civil. Es un pedrusco con una historia muy turbulenta, y de algún modo vi que ahí había una experiencia que mi cabeza no era capaz de explicarse a sí misma. Entonces, decidí poner a un personaje en esa isla y ver qué pasaba.

Ha tardado en escribirla 5 años, como Limbo . ¿El proceso ha sido similar?

Es diferente, porque Limbo era una continuación de lo que desarrollé en el Proyecto Nocilla, y aquí hay una mirada más antropológica. Me di cuenta de que la poética que había desarrollado no me explicaba las guerras, pero tampoco la poética que habían desarrollado los demás.

¿Ha logrado explicárselas ahora?

No, y creo que nadie podrá llegar a explicarlas jamás. Una de las paradojas de la guerra es que es algo legal. Si podemos hablar de crímenes de guerra es porque hay una legalidad dentro de la guerra. Es una idea muy rara para mí. También se plantea que el conflicto económico que hemos tenido es una guerra realmente, solo que es una guerra no cruenta.

¿Siempre usa la narrativa para intentar entender el mundo?

Siempre. Hay que partir de la base de que lo que llamamos historia no es más que un relato que en un momento dado se acuerda que es cierto, pero la historia va cambiando porque van cambiando los diferentes modos de interpretar el pasado.

Aquí ilustra el vínculo entre la vida y la muerte. ¿La huella de la muerte nunca se borra?

Yo creo que no. Desde que empezamos a vivir estamos ya en la muerte, vivir es un proceso hacia ella. Morirse es un regalo que nos hacen los muertos a los que estamos vivos para poder reflexionar acerca de qué es la vida. No podríamos reflexionar sobre ella si no tuviésemos la experiencia de gente que se nos ha ido.

¿Qué dicen los conflictos de cómo somos ahora?

El presente es una especie de macarrada, un sálvese quien pueda. Ya no hay guerras declaradas de una manera clara, como antes. Ahora son todo guerras de guerrillas, un voy a hacer esta pequeña putada para ver qué ocurre. Cuando ves a Kim Jong Un y a Donald Trump lanzándose mensajes en Twitter es como estar en el colegio.

¿Dónde quedan en esa guerrilla los nacionalismos? Los menciona en el tercer libro, junto al Brexit. ¿Le preocupan?

En cierto modo sí. La gente que tenemos determinada edad no hemos vivido ninguna guerra, y no sabemos lo que ha costado construir una Europa sin sangre. Cuando empieza el Brexit, la extrema derecha en Holanda o Austria, dices, cuidado, eso puede llevar a conflictos sangrientos.

¿Y Donald Trump, en Estados Unidos?

Hay una diferencia muy sustancial. En EE UU, aunque aparezca Trump, todos se sienten estadounidenses. No puedes hablarle mal de la bandera americana a nadie, de la ideología que sea. Europa es diferente. Es el lugar más estable y de más paz del mundo. Estamos aquí pensando que esto no ha costado nada, pero no. No la estropeemos. ¿A qué vienen estos nacionalismos que no tienen ningún sentido?