A través de las 58 instantáneas que integran La naturaleza de las cosas, de reciente publicación, los alicantinos Ramiro Verdú y Pepe Ribelles aprisionan su propia visión del estado de las «cosas», de la aparente y llana cotidianidad no exenta de belleza y sensibilidad. Un libro a medio camino entre la fotografía y la literatura, un viaje a los sentimientos del paisaje de Alicante, España y el mundo, de una sociedad, tiempo y entorno en constante transformación. Por eso, La naturaleza de las cosas es un pequeño poema en prosa, una evocación literaria que aflora de la imagen de un atardecer en Pinoso, de un conjunto de cerámicas de Agost, de las viñas de Aspe y Monóvar o el modernismo de Novelda. Creación a partir de lo cotidiano, de lo próximo y más cercano, pero siempre repleto de luz, color y sensibilidad.
«Recuerdo los muchos días que pasamos fotografiando unos algarrobos históricos, antiquísimos, por la zona de Agost. Lo hicimos una y mil veces, no dejamos de ir. Serían centenarios, milenarios, pero luego pasó una excavadora por allí y ya no queda nada. Han acabado con todos esos algarrobos para plantar naranjos o caquis, otras frutas de moda. Las cortaron sin reparo», indica el alicantino Ramiro Verdú respecto al carácter testimonial que encierran algunas de estas fotografías, que por otro lado inspiran los relatos del escritor Pepe Ribelles, en los que emanan historias reales o ficticias, cosidas a las sensaciones que despiertan en su interior.
«La foto es la que dicta el texto y no viceversa. Una u otra foto puede inspirarte, incluso indicarte si el texto que le acompañe será verso o prosa», agrega por su parte Ribelles en este equipo cultural que le ha aliado a Ramiro Verdú en la búsqueda por La naturaleza de las cosas. «La mejor foto siempre está por hacer. Y la foto es, para el fotógrafo, una manera de comprometerse con el mundo, es una manera de plantearte y buscar todo el tiempo respuestas», añade Verdú.
Con prólogo del poeta alicantino Joaquín Juan Penalva, Premio de la Crítica Valenciana, La naturaleza de las cosas pretende suscitar no solo emociones sino también reflexiones. Imágenes en las que nada está al azar, y donde el blanco de las nubes, los tonos verdes de la flora y hasta el amarillo de los saquitos que rodean y protegen a los racimos de uva, en una vieja caseta, registran su total función en el conjunto estético.
« La naturaleza de las cosas, cuyo título recuerda el clásico de Lucrecio, no solo necesita de la lectura, sino también de la mirada, ya que, tal como lo han planteado los autores, el volumen se configura como un diálogo entre las artes, como un duelo entre la imagen y la palabra», afirma el poeta Joaquín Juan Penalva.
