Las cartas y postales manuscritas constituyen hoy una rareza. Los medios electrónicos que las han sustituido no nos permiten ver la caligrafía del remitente ni la riqueza de cuanto permite el papel: dibujos, colores, líneas cruzadas, fragmentos de papel adheridos, notas musicales? Gran parte de las cartas que escribieron destacadas personalidades son valiosos documentos muy apreciados como fuentes de la cultura que en muchos casos se editan en epistolarios. Los hay, magníficos, como los de Gabriel Miró, Juan Ramón Jiménez, García Lorca, Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Van Gogh, Joaquín Sorolla, o la correspondencia entre Ernestina de Champurcín y Carmen Conde. La literatura epistolar nos permite conocer espacios íntimos de convivencia compartida en la distancia, sentimientos, proyectos, relaciones con amigos y adversarios, lugares habitados, contexto social e histórico en que discurren sus vidas, aspectos biográficos en suma. Se reúnen aquí tres escritos, singulares, no publicados en epistolarios.

José María de Cossío

Unido literaria y afectivamente con los poetas del 27, José María de Cossío recibió en Valladolid una postal del grupo generacional vanguardista reunido en Sevilla para la celebración de actos conmemorativos en honor a Góngora en su tercer centenario. Ignorando los graves motivos que a Cossío le habían impedido viajar a Sevilla, a quienes la firmaron les resultó extraño e inconcebible que su compañero no se hubiese reunido con ellos y se lo censuraron: «Sevilla 19-XII-1927. Agraviados por tu ausencia, / triunfadores de Sevilla/ siete ´enfants´ -¡que maravilla!- / te gritan ¡que inconveniencia! / ¡¡gandul!! en esta quintilla».

Firman Gerardo Diego, José Bergamín, Dámaso Alonso, Jorge Guillén, José Bello, y Rafael Alberti quien añade-»¡Qué vergüenza!». A diferencia de otras postales que enviaron a Juan Ramón Jiménez y a Gabriel Miró, esta no lleva la firma de García Lorca. La postal se custodia en la Casa Museo de Tudanca. Biblioteca de José María de Cossío.

Juan Ramón Jiménez

¿Qué mensaje puede contener una postal remitida por trece personas sin texto alguno? Juan Ramón Jiménez la recibió en su casa, en calle Velázquez 96 de Madrid, fechada en Sevilla, 17 Diciembre 1927. La firman Jorge Guillén, Federico García Lorca, Rafael Alberti, José Bergamín, Luis Cernuda, Dámaso Alonso, Juan Chabás, José María Romero, Manuel Blasco, Fernando Villalón, Gerardo Diego, Mauricio Bacarisse y Alejandro Collantes. La postal pertenece al Archivo Fundación Zenobia-Juan Ramón Jiménez - Centro de Estudios Juanramonianos. Moguer.

En febrero del mismo año Juan Ramón, muy crítico con los jóvenes poetas, había discrepado con ellos sobre el carácter y la extensión de las que calificaba «gratuitas ideas fijas provincianas» para el proyectado homenaje a Góngora en el que se negaba a participar, como también hicieron Miguel de Unamuno y Ramón del Valle-Inclán, pero a diferencia de éstos Juan Ramón hizo pública su discrepancia y originó replicas.

Poco antes del encuentro gongorino el poeta de Moguer había publicado la revista Ley (Entregas de Capricho) en cuya portada figura escrito con su característica letra y ortografía lo siguiente: «Amistad, justicia, poesía van bien juntas o separadas, como verdad y belleza. Ley, en sus señales y elecciones de los méritos y la publicación, creación y rúbrica, de la juventud jeneral española, no tendrá en cuenta ética ni afectos, sino estética, exactitud y hermosura».

Con esto parece señalar una frontera en las relaciones entre él y los jóvenes poetas a los que anteriormente había acogido en sus publicaciones. Ley, en su ejemplar único, trata en hojas sueltas a todo lujo de pintura, dibujo, música, verso, prosa y fotografía. Sobre la revista escribe Gerardo Diego a Cossío: «Es muy bonita, pero me ha parecido todavía peor que no se reserve la inedición hasta nuestro homenaje. Se lo pienso decir, así como que es de pésimo gusto ese mausoleo en vida, y en vida joven, que supone inmortalizarse en autógrafo sobre papel de obispo».

Las discrepancias son manifiestas y la carencia de texto en la postal que envían a JRJ altamente expresiva. Podría entenderse como explícita, a la vez que silente, negación del otro -»no necesitamos de ti»-, en clara recriminación del grupo a Juan Ramón por su distanciamiento. Si el deseo hubiese sido expresarle respeto, admiración o comprensión hubiesen bastado unas pocas palabras en tal sentido.

En finales del 27 JRJ persiste en su discrepancia escribiendo en Historia de España. Planos, grados, niveles: «Recuerdo a ciertos jóvenes actuales que quieran y puedan todavía entenderme -a riesgo de su enemistad y con la evidente ilusión de que no se queden adormilados para siempre con el olé y el ay del arbolé, contra el acróstico y la charada, contra el eco y el humo, contra el diletantismo del xismo: contra tanta idea minúscula- la hermosa galería secreta de la frente reflexiva, el mirador difícil de los horizontes abiertos, al alto ámbito casi desierto del ala poderosa: los planos, los grados, los niveles de la poesía suprema».

En carta a Rafael Alberti, Gerardo Diego comenta: «la condenación que sobre mi pesa en esa leve esquela, repartírosla a cargas iguales tú, Salinas, Lorca, Bergamín, Dámaso, etc. Yo no he hecho otra cosa -todos lo sabéis- Si esto merece la condena de K.Q.X. [Juan Ramón] la acepto gustoso, sabiendo que en ella me acompañáis todos vosotros, igualmente pecadores. Por lo demás -ya tú y Bergamín me entendéis sin duda- hemos ya comentado suficientemente esta lamentable actitud de K.Q.X.».

Gabriel Miró

Gabriel Miró fue querido y admirado por los miembros de las generaciones del 98 y del 27, quienes dieron sobradas muestras de ello. A la par que obtenía reconocimientos, el autor de Figuras de la Pasión del Señor y de El Obispo Leproso sufre una campaña de descrédito de los Jesuitas y afines que le impiden recibir premios y su ingreso en la Real Academia de la Lengua.

Distante con cuanto acontecía y ajeno a la búsqueda de la gloria, Miró continúa su obra literaria queriendo ser únicamente un escritor puro y cabal. Huye de cuanto no sea intimidad. Elude el halago y el homenaje. Para pasar su vida busca el abrigo de un lugar sosegado, de tierra propia, de silencio humano.

Su obra ha tenido los mejores críticos en Alfonso Nadal, Pedro Salinas, Jorge Guillén, Juan Chabás, Ricardo Baeza, Benjamín Jarnés, Jacinto Grau, Valery Larbaud, Raymond Vidal, Marcel Carayon, José María Quiroga, Oscar Esplá Ramón María Tenrreiro, y también en los autores de los magníficos estudios publicados en la edición conmemorativa: Unamuno, Gregorio Marañón, Dámaso Alonso, Salvador de Madariaga... Actualmente, es el profesor Miguel Ángel Lozano quien destaca en los estudios mironianos.

Ricardo Baeza, en su estudio para la edición conmemorativa escribe: «Poesía pura, prosa pura que nos hacen leer gozando del sortilegio de cada frase, de cada palabra [?] Deleite selectísimo que, en la prosa actual castellana, sólo es capaz de darnos la prosa de Gabriel Miró».

En su obra En torno a Gabriel Miró escribe Jorge Guillén: «Muchos poetas hay -tal vez la mayoría- que ven en su idioma el mejor amigo. Así, por ejemplo, Góngora. Sin una gran fe en las palabras no las habría buscado y elegido con tanto fervor. Nadie gana en ese fervor y en esa fe, entre los españoles modernos, a un admirable lírico: el novelista Gabriel Miró».

A Miró, de una extraordinaria capacidad expresiva, no le gustaba ser considerado poeta, aunque sí le complacía el rótulo de lírico. En su estilo, en la virtud de las metáforas, tan importantes en la poesía, Miró adquiere fuerza y valores nuevos. El estilo, como cualidad profunda en Miró, es personal y propio como lo fue su personalidad de intensa sensualidad inteligente.

Los jóvenes poetas del 27 le reconocen como maestro: Jorge Guillén le dedica uno de sus poemarios «A Don Gabriel Miró, único gran poeta que no quiere serlo»; Juan Ramón Jiménez admira igualmente al escritor alicantino expresándolo así: «A Gabriel Miró, puro y profundo».

Aquellos poetas, referentes de la cultura española contemporánea, que son ya una leyenda, valoran las virtudes líricas y dramáticas de la obra mironiana, y recordando al maestro y amigo cordial el 19 diciembre 1927 desde Sevilla le rinden tributo con una postal: «Sr. don Gabriel Miró. Paseo del Prado 20 Madrid. Todos participamos en la admiración y cariño a Sigüenza. Jorge Guillén, Rafael Alberti, Federico García Lorca, José Bergamín, Fernando Villalón, Gerardo Diego, Dámaso Alonso». En la parte superior escribe José Bello: «Aunque no tengo el gusto de conocerle le envío un saludo». La postal pertenece al Archivo Sánchez Monllor.