Sorprendieron las formas de Jorge Rico desde que se estrenó de capote ayer en un quite por chicuelinas al que abrió plaza en València, llevándolo muy toreado y rematando con media verónica en la cadera. Rompía los nervios el novillero, que en su primer oponente cuajó airoso recibo por delantales para, ya con la franela, dibujar tres derechazos, un natural del desprecio y una trinchera que, al final, constituyeron los pasajes más profundos y rotundos del festejo.

Luego el novillo apenas le permitió continuidad en constante huida de manso. Se vieron muletazos sueltos con mucha personalidad, aunque no acertó a ligarlo en paralelo a las tablas más recogido. Tres novilladas hasta hoy era su bagaje, por lo que poco más se le puede pedir. Lo mató de estocada recibiendo y saludó una merecida ovación.

El quinto fue todavía más huidizo que el anterior. Otra vez se le vio buen trazo con la muleta por ambas manos, y otra vez no pudo sujetarlo para que lo mucho que apuntó obtuviera mayor consistencia de triunfo. Lo mejor, la seguridad con la espada. Y las ganas de volverlo a ver que dejó en los más de tres mil asistentes al festejo.

Abría terna Toñete, que se mostró placeado ante dos utreros deslucidos de El Freixo (saludos y silencio), propiedad de Julián López El Juli, mientras que Marcos le cortó una oreja al sexto, que era de dos, por un templado trasteo que llegó demasiado poco al tendido.