4 - Domingo. Sonia y óscar

No hay harina sin salvado, paraíso sin tetas, dos sin tres, salsa sin pan ni Hollywood sin Sonia Monroy. No porque esté nominada a los Oscar, que todo se andará, ni invitada a la gala -porque ella si no la invitan se presenta lo mismo o se marca una fantasía con croma- sino porque es vecina. Residente en las colinas. El Paseo de la Fama es su barrio, su apellido, su esencia, su ser todo. Se mudó a LA, y allí anda. Gracias a ella el mundo sabe que las gaviotas de la costa californiana son peligrosillas, lo mismo que Óscar. Óscar no es el flamante marido reciente de Sonia. Óscar es Óscar, el tipo dorado. Ella, además de actriz, cantante y productora, es influencer y se debe a sus followers. Así que igual la vemos paseando distraída por su barrio, por su calle, que es, por supuesto, el Paseo de la Fama con todas sus estrellas en las que no tardará en posar sus extremidades.

-y me refiero a sus manos- hasta ir a chocar con Óscar: Caminando por Hollywood me encontré con un Oscar pero mi emoción se volvió chichón. O lo que es lo mismo: Walking around Hollywood I saw an Oscar but I did not calculate well the distance from him. Vale, no es exactamente lo mismo, pero las traducciones (de Monroy) es lo que tienen. Que son libres. Como su arte.5 - Lunes. La cámara hiperbárica

Hoy en día quién no tiene una cámara hiperbárica en el salón. Las cosas han cambiado mucho desde que llegaron a nuestras vidas los jacuzzi de bolsillo, los muebles suecos y las esferificaciones domésticas. María José Campanario tiene una. Una cámara hiperbárica. Algunos deportistas de élite, también. La Preysler, no, que se sepa. María José la tiene por sus dolencias. Vale un pico, pero ella se lo puede permitir. También tiene cuartos de sobra. No como en Ambiciones, desde luego, que era casi como el palacio de Dueñas, pero suficientes. Lo mejor de los realities de ahora es que te enseñan las casas de los famosos por dentro. Es la última moda. Campa y Jesulín son más de mostrarla en cuché. Habrá que esperar a Navidad. Para ver la cámara. Igual con su espumillón y todo.

6 - Martes. El tutorial

La semana pasada se puso a seguir la dieta de Khloé Kardashian. Pobre: tres días a base de verdura, batidos, plancha... muy duro, se queja. Será por lo de Kardashian. Porque por las verduras, los batidos y la plancha, cuando estuvo en Honduras pasando hambre... igual mucha no, porque no adelgazó ni un gramo, de decir de los capciosos. Eso es por Dulce, la mano que mece la cuna. Pantoja madre, Julián y Kiko sí perdieron kilos, pero tampoco en el atolón; los dos primeros por culpa de los menús carcelarios y el tercero gracias a un balón, pero gástrico. Ya en forma, Chabelita nos regala un tutorial de maquillaje inenarrable (literal): Ella pintándose como una puerta y Alberto Isla poniendo la voz en off. Una cosa a lo Kardashian pero cutre. Como lo de las Campos. Y Edmundo. En off.

7 - Miércoles. Mudanzas

De tanto en tanto, como hijos pródigos, como los ojos del Guadiana, desaparecen y reaparecen. Famosillos venidos a menos, sin un buen escándalo que llevarse a la boca. Tienen que conformarse con ocupar espacios de tercera, o de quinta. Es el relevo generacional, ley de vida. Pero da como subidón volver a verles, saber de ellos. La ayudan a una a tomar consciencia del paso del tiempo, de los giros del destino. Filosofía low cost. Dinio, que se mueve más que la sístole y la diástole de Víctor Sandoval, ahora se ha hecho búlgaro. Bueno, no, sigue siendo cubano, pero se ha casado y se ha mudado a los Balcanes. Por lo demás, sigue más o menos igual. De momento, en búlgaro sabe decir hola y adiós. Y con eso se defiende. Siempre se ha defendido con pocas palabras. A Aramís Fuster, como es pitonisa de primera aunque haya tenido mejores épocas, la reclaman cuando hay cuestiones de Estado sobre la mesa, para predecir sobre aquello que copa el interés de los españoles: si lo de Gustavo González y María Lapiedra va para largo. Y no. Para eso no hacía falta peluca ni bola. Le preguntas a Dinio y te lo acierta a la primera. Y en búlgaro, si hace falta.8 - Jueves. Las perlas

Emigras, te apartas del foco, te tomas tu añito sabático, te relajas y es como que ya no te reconoce ni tu gente. Miren Mariló. Se va a hacer las Américas, por cambiar de aires, por seguir de cerca la carrera de su retoña, por formarse, por ver mundo, y, en cuantito se vuelve a dejar caer por la piel de toro, ya se anda preguntando el personal si esa es nuestra Mariló o nos la han cambiado. Si no toda, al menos a cachitos: los mofletes quizá, tal vez el belfo superior, puede que el rabillo del ojo. Lo de siempre. El árbol no deja ver el bosque. Ni el frasco, la esencia. Y esa sigue ahí, incólume: se ofrece ahora como speaker de los Goya. La de perlas que dejaría. Para un collar. De varias vueltas.

9 - Viernes. El cartel

Hace ilusión, la verdad, cuando se tambalean los cimientos de todo lo que creíamos sólido -David Bustamante y Paula Echevarría se divorcian, Julio Iglesias ya no veraneará en Marbella, Jorge Javier Vázquez podría no presentar Gran Hermano y Kiko Rivera ya no luce barriga cervecera- ver juntos a Karina y Juan Miguel. Enternece, porque ese extraño exmatrimonio ha sido capaz de lo mejor y lo peor, de lanzarse cariñitos a acusaciones brutales, de poner a secar como la mojama, en el tendedero público, sus más secretas vergüenzas. Como arranca una sonrisa leer que él, en otros tiempos peluquero de profesión, se presenta a sí mismo, se define curricularmente como concursante de Supervivientes 2017, ganador de El Reencuentro 2011 y finalista de Hotel Glam 2003, que eso es lo peor. Y pone tierna, a qué negarlo, verla a ella, a Karina, todavía sobre un escenario cantando las flechas y todo eso. Sobre todo si comparte cartel con María Jesús y su acordeón. La nota discordante es Leticia Sabater. Pero por una mera cuestión de género artístico, a ver si me entienden. Y en todo caso la diferencia generacional. Nada más.