Llegó a la plaza el alicantino José María Manzanares rodeado por el afecto de aficionados, admiradoras y viceversa, pero la ventolera que también le acompañaba no suele ser presagio de nada bueno.

Toreó de capa con suavidad a su primero, dos verónicas y media cargando la suerte que a la postre serían lo único destacable ante este toro. Intentó un esbozo del toreo natural, pero se tuvo que limitar a darle los primeros auxilios. No anduvo fino con los aceros y fue silenciado al término de la faena.

Al quinto de la tarde también lo saludó con lucimiento, mostrando el toro buenas condiciones en el tercio de banderillas. Se lo brindó a Ponce y lo toreó en redondo un par de tandas, la segunda después de comprobar que por la izquierda no había opción porque el toro se paraba. En esta ocasión lo mató de una buena estocada lo que le valió una oreja.

Prácticamente se llenó la plaza de toros de Castellón en este último festejo de la Feria de la Magdalena, en tarde de gran expectación que comenzó con un sentido minuto de silencio en recuerdo del niño Gabriel Cruz, al finalizar el paseíllo.

Abrió plaza Enrique Ponce que cortó una oreja al primero y dos al cuarto tirando de repertorio, y completó la terna Roca Rey que recibió una oreja tras jugársela con el tercero de la tarde y dos más en el que cerró el festejo.

Se lidiaron seis toros de Juan Pedro Domecq, desiguales de presentación, justos de trapío, flojos y pastueños. En el tercio de varas no les sacaron ni para la muestra de un análisis.