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Escuchar a Varela y mirar a Esplá

El Mubag expone la partitura original de una obra del músico alicantino y la interrelaciona con un cuadro del pintor

Manuel Sánchez Monllor, con la partitura original de Espla y el cuadro de Varela. álex domínguez

Cuando el coleccionista Manuel Sánchez Monllor tuvo noticias de que el profesor de viola Octavio de Juan preparaba un trabajo sobre la relación de estímulos entre música y pintura, en el marco de la exposición Emilio Varela. El laberinto luminoso, con la Sonata opus 9 de Óscar Esplá, sacó de su archivo la partitura original y la cedió al museo.

Este documento, que estuvo perdido e ignorado su paradero hasta hace pocos años, según Sánchez Monllor, se incorpora así al fondo de esta institución cuando se cumplen 103 años de su estreno, realizado en mayo de 1915 en la Residencia de Estudiantes de Madrid.

La partitura, con anotaciones del autor y que se exhibirá junto a los programas de mano originales de su estreno en Madrid y en Inglaterra, también sonará. Y es que el Mubag ha organizado un concierto, que se celebrará mañana, a partir de las 20 horas, en el que la violinista Margherita Marseglia y el pianista Jesús María Gómez tocarán esta obra.

La interpretación se realizará junto a la partitura original y al cuadro Paisaje de Aitana con árbol y figura (1931) de Emilio Varela, ya que Octavio de Juan ofrecerá una charla sobre su proyecto de investigación Pictomusicadelfía, que interrelaciona la pintura y la música, lo que se ve y lo que se oye, que forma parte del proyecto transmedia que está ultimando el Consorcio de Musesos para la exposición sobre el pintor alicantino.

Sánchez Monllor recordó cómo Esplá había compuesto esta obra «de juventud», con 26 o 28 años, en la finca El Paraíso. De allí se trasladó a una casa en Benalúa, después a la finca Font del Molí y años más tarde tuvo que marchar a Bélgica. Entonces esta y otras partituras quedaron en manos de su padre, Trino Esplá Visconti, y después de su hermana, Isolda, de la que pasó a los herederos de Antonio Mira de Orduña Esplá. Fue entonces cuando el coleccionista localizó la partitura y la consiguió incorporar a su fondo.

La Unión Musical se encargó de publicar esta sonata, en una doble edición en Madrid y París en 1917, dedicada a su gran amigo el violinista alicantino Telmo Vela. «Esta sonata causó impresión -asegura Sánchez Monllor-, pero fue poco interpretada por su dificultad y extensión, ya que tenía 114 páginas». De hecho, en los años 70, Esplá realizo algunos cortes que se siguen respetando.

El profesor Octavio de Juan realizará mañana una pequeña introducción de esta relación entre música y pintura, proponiendo a los visitantes una experiencia novedosa en torno a ambos campos artísticos y ahondando tanto en el aspecto estético-perceptivo como en el emocional.

«Yo propongo que se puede escuchar un cuadro, que el espectador puede determinar el itinerario que quiere seguir para mirar ese cuadro y la música ayuda a elegir ese camino», destacó el profesor e investigador que ha realizado el doctorado sobre esta interrelación y desarrollado investigaciones sobre este tema en universidades de Alemania y Estados Unidos.

Por su parte, el comisario de la exposición El laberinto luminoso, Jordi Navas, que estuvo en la presentación junto al diputado de Cultura César Augusto Asencio, aseguró que «dentro del concepto de comisariado hay una idea fundamental de estética, de percepción y sensibilidad» y al ceder Sánchez Monllor la partitura «era una oportunidad para ahondar en esa relación estético-perceptiva entre Esplá y Varela».

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