Joan Miró, orden y desorden es una de las exposiciones más esperadas del año. ¿Qué vamos a ver?

La exposición plantea que Miró nunca había estado presente en una monográfica en el IVAM. Cuando me lo encargan propongo, en vez de plantear una exposición de celebración de su arte y acudir a él como un artista sagrado, ponerlo en cuestión, llevarlo al terreno contemporáneo, tanto con las piezas como con el montaje. Queremos demostrar que la obra de Miró sigue viva, impactando, molestado a cierto publico, a aquel que dice que no lo entiende o que es fácil. La exposición pretende abundar en las posibilidades que la obra de Miró tiene de agudizar ese aspecto controvertido. No porque lo consideremos así, sino porque la obra lo permite.

¿Vamos a descubrir algo nuevo ?

Si respondiese que sí sería una arrogancia por mi parte. Miró es un artista bien estudiado y cartografiado, tenemos el catálogo completo de sus obras? Es un artista muy conocido eso nos permite pasar a un segundo estadio: estudiar la posición de Miró en la Historia del Arte y en la actualidad. Tenemos la sensación de que a artistas como Miró, Picasso o Dalí los tratamos como si fueran Velázquez, Rembrandt o Rubens, de una época muy antigua. Pero en realidad son de anteayer. Miró aún puede repercutir en el público. Una de las cosas más interesantes del artista es que no trabajó únicamente en la pintura de caballete, sino que tenía una obsesión en expandir sus formas a la sociedad. Así podía alterar la mirada del espectador.

¿Cómo se refleja eso en la muestra?

La exposición pone el foco en tres aspectos de su trabajo. Primero, el cartelismo. Seguramente, Miró es uno de los artistas de las primeras vanguardias que más carteles hizo, no solo anunciando sus exposiciones sino actos culturales de otros creadores del siglo XX, de elementos político-sociales como de Amnistía internacional o de CC OO en 1968 cuando aún era ilegal? Miró decía que a través del cartel sus obras se convertían en grafitis en los muros de la ciudad. El segundo elemento es la cerámica y el tercer ámbito es el de las artes escénicas, que culmina con su participación en la obra Mori el merma de La Claca y que tanto los actores como Miró entienden como una celebración teatral de la muerte de Franco. Miró ya era mayor pero toma con una ilusión brutal esa participación en el teatro.

¿Por qué «orden y desorden»?

Por la intención de hacer algo más arriesgado no solo coger lo más emblemático de Miró. Fuimos a buscar piezas poco conocidas, algunas creo que no se han visto nunca en exposiciones. Era un hombre muy ordenado, casi un archivero, lo guardaba todo y en cambio como artista siempre desordenaba lo que había ordenado. Tenemos una pieza del 78 en la que coge un paisaje que hizo en 1919 y lo rehace 59 años después, reinterpreta el paisaje a través de ese desorden, siempre dicho en una sentido positivo, con el que había acometido su trabajo. Era un artista muy indisciplinado consigo mismo.

¿Puede un artista genial ser ordenado?

Sí. En parte eso es fruto del tópico que viene del Romanticismo, esa idea de que el artista genial solo es aquel al que le sale el gesto pictórico de las entrañas. Picasso decía: «Yo no busco, encuentro». Picasso y Miró eran muy buenos amigos aunque su obra es muy diferente. Decía eso porque los grandes artistas lo son porque tienen un método. En el caso de Miró es para buscar nuevos caminos y eso solo se busca a través de cierta indisciplina.

Más allá de las corrientes artísticas, ¿qué define el arte de Miró?

Da la sensación que todas esas formas que fue construyendo eran formas abstractas que salían de su subconsciente. Ahora sabemos que eso no es cierto. Que esas obras que, efectivamente son abstractas porque solo son formas, parten de la realidad. Sabemos a través de sus cuadernos que iba haciendo esbozos. No tenemos que decir que no es surrealista, pero iba más allá de las tendencias. Buscaba una personalidad propia como pintor. En él descubrimos siempre cosas nuevas.

¿Cuál era -en su opinión- el público favorito del artista?

Él estaba muy interesado en captar públicos nuevos. Cuando hacia carteles, murales? estaba interesado en ir más allá del mundo cerrado del arte que a su vez le permitía vivir.

Nos empeñamos en buscar simbolismos en el arte. ¿Miró así lo quería o lo suyo era más infantil, más inocente?

Era un hombre que nunca hacía nada que no tuviera una razón de ser, todo estaba muy meditado. Otra cosa es que el público tenga la libertad. Miró es un hombre muy cerebral.

¿Era más reflexivo de lo que la gente cree?

Es más reflexivo de lo que nos pensamos. Podemos rastrear el origen de la mayoría de sus obras gracias a sus cuadernos. Anotaba una idea y va trazando esas primeras formas, va reinterpretando, lo aprovecha en un cuadro y lo recupera 15 años más tarde. Es un artista cerebral pese a que el resultado final dé esa sensación de infantilismo, de ingenuidad, de esquematismo y de cosa fácil. Da unas soluciones fáciles en sus obras pero antes ha habido un proceso de reflexión de hacer y deshacer, que están en la tela pero que aparentemente son invisibles.