Juan José Millás regresa a la novela con Que nadie duerma (Alfaguara), una obra en la que una mujer con aires quijotescos se lanza a recorrer Madrid en su taxi con la idea de que «en la cultura está la salvación», algo que el propio autor reconoce que quiere «pensar» aunque no lo tiene «claro».

«Realmente es algo ingenuo, porque cultura y bondad no van necesariamente juntas», ironiza el escritor valenciano y colaborador de INFORMACIÓN, quien ha apostado por un personaje que roza el delirio en su día a día. «Como en El Quijote, es una persona que va haciendo bien todo el rato, pero en lugar de en burro, en taxi», bromea.

La protagonista de su nueva novela, Lucía, acaba de perder su trabajo como progamadora informática y decide reinventarse profesionalmente. Cada día, sale a recorrer Madrid vestida de la princesa de Turandot -la célebre ópera de Puccini que es idolatrada por la taxista- esperando encontrarse con su amor platónico, el actor underground Braulio Botas.

Entre carrera y carrera, van desfilando por el taxi de Lucía variopintos personajes en una obra que Millás ha intentado evitar convertirla «en contenedor de anécdotas». Al contrario, todas ellas tienen un hilo común por el que desfila además el habitual juego del autor entre realidad y delirio. «La realidad es más delirante que la novela, pero no podemos admitir que vivimos en el delirio. El sueño forma parte de la realidad y todo el mundo termina fantaseando cosas, por ejemplo que se le muere el jefe: las cosas que se nos ocurren son más numerosas que las que ocurren», asevera.

De hecho, el autor reconoce inspirarse en los cuentos de tradición oral para introducir esos hechos «fantásticos» que se confunden con la realidad. «Cuando una calabaza se convierte en carroza, el lector se lo llega a creer porque está metida en la lógica interna de la historia: ese es el reto, llegar a articular bien lo fantástico para hacerlo creíble», explica.

En cierta manera, Que nadie duerma es una canción de amor a Madrid, recorriendo varios de sus lugares emblemáticos, escrita por alguien que «como la mayoría» de los que viven en esta ciudad, son «de ningún sitio». «Madrid es una ciudad muy maleable, en realidad caben todas las ciudades en ella y proporciona muchas posibilidades al temperamento imaginativo», resalta Millás. Sobre si siente especial predilección por la ópera, Millás reconoce no ser un gran aficionado. «No me gusta especialmente, pero tengo un vecino al que le gusta muchísimo y así me va entrando».