Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Puntadas con hilo

Sin pisar Marte

El Rotary Club Alicante Puerto entrega su premio anual a la investigadora alicantina Nuria Oliver, experta en inteligencia artificial

Ella también lo pensó? Colonias en la Luna con gente viviendo allí, trajes plateados, coches supersónicos y voladores a ras de edificios tipo Oscar Niemeyer o Santiago Calatrava, comida concentrada en píldoras y Marte ya lo habríamos pisado. Pero nos comimos las uvas con Ramón García, con su capa e Igartiburu y del 1999 al 2000: «¡No pasó absolutamente nada! ¡Más o menos nos quedamos igual!», dice Nuria Oliver soltando una carcajada entre medias. La alicantina es Ingeniera de Telecomunicaciones y la primera directora de investigación en Ciencias de Datos en Vodafone.

Las baldas de la estantería que tiene en casa y donde están todos sus reconocimientos comienza a ceder, tanto que «¡mi marido ha tenido que reforzarla!», confiesa con su sonrisa perenne. Y es que Nuria tiene una trayectoria impecable que ha sido reconocida en multitud de ocasiones. De hecho, el último premio lo recogió de la mano del Rotary Club Alicante Puerto que preside Enrique Chipont en su gala anual celebrada en La Cantera. «Consideramos que Nuria era una persona merecedora de este galardón. Tiene un curriculum espectacular, por su labor en beneficio de la humanidad, es alicantina y tiene un futuro brutal», argumenta Enrique.

El evento, uno de los más importantes de la agenda del club rotario, contó con una amplia representación de la sociedad civil alicantina, recibida por Chipont y su junta directiva formada por Paquita Martínez, Antonio Miralles y Mónica Aracil. Es la segunda edición de este premio que se instauró el pasado año y recogió la científica Ángela Nieto.

Nuria, que se fue con 17 años de Alicante y volvió hace dos, confiesa que está «redescubriendo la vida en una ciudad mediterránea en la que no conozco a mucha gente. Durante todo este tiempo sólo he mantenido contacto con una persona de mi instituto, el Miguel Hernández». Ha vivido en multitud de ciudades del mundo, hasta el punto que cuando la escuchas hablar tan rápido, como seguramente piensa, surgen dudas sobre su acento que vienen reforzadas por su muletilla: «¿Cómo se dice en español?». Nuria lo sabe: «no tengo acento alicantino. ¿Verdad?. Nadie me sabe decir de dónde es. Me dicen que catalán, porque estuve viviendo en Barcelona, pero tampoco». Tiene razón, ni catalán ni alicantino, probablemente un acento fruto del mundo por el que ha viajado y vivido y supeditado, también, por estar casada con un alemán-canadiense.

Espontánea, cercana, risueña, pero sobre todo muy positiva. «Mi hijo me dice: 'Mamá, ¡eres demasiado positiva!. Yo soy así, siempre he sido así, de pequeña también. Es algo muy americano, en general en Europa, particularmente en España, se tiende a ver mucho más el vaso medio vacío. EE.UU es más otra actitud: Yes, we can (sí, se puede)». Marie Curie, Da Vinci o Einstein eran sus ídolos de muy jovencita, pero «¡estaban muertos! No podía preguntarles cómo habían llegado ahí». Seguramente, si ellos estuvieran vivos, también tendrían muchas preguntas para Nuria.

Y el viernes el Rotary Club Costa Blanca, que preside Pascual Rosser, recibió a Guillermo Roz. El escritor ofreció una conferencia bajo el título «Escribir el viaje. De viajeros e inmigraciones en la literatura». Roz ha obtenido el premio Fernando Quiñones por su última novela Malemort, el impotente. El acto contó con la asistencia de representantes de otros clubes rotarios y lo presentó el periodista Jordi Navas.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats