La gala de los Goya sonó a euskera. Lo dijo hasta el equipo de La librería, pese a arrebatarle a Handia los dos mejores premios. Aún así, la película de Aitor Arregi y Jon Garaño consiguió diez Goya, lo que coloca a esta cinta en el podium de la tercera más premiada en la historia del cine español, solo por detrás de Mar adentro y Ay Carmela.

No podía empezar mejor la gala, presentada con algo más de agilidad por Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla, para la cinta vasca, que consiguió los tres primeros de la noche: mejor actor revelación, para Eneko Sagardoy; el de diseño de vestuario, para Saioa Lara, y el de mejor montaje, para Laurent Dufreche y Raúl López. Minutos más tarde, le llegó el de mejor dirección de producción. Luego el de mejor dirección artística, dirección de fotografía, maquillaje y peluquería; efectos especiales, guion original y música original.

La librería de Isabel Coixet se tuvo que conformar con tres de los doce a los que optaba. Lo que ocurre es que se alzó con el de mejor película, dando la sorpresa cuando Handia ya tenía diez, y mejor dirección, además de guion adaptado.

Las opciones alicantinas no tuvieron mucha suerte. Jaume Carrió por Woody and Woody arrebató el cabezón a los alicantinos Arly Jones y Sami Natsheh, y Laura Ferrer con Los desheredados se lo llevó lejos de The fourth kingdom, de Adán Aliaga.

Reivindicación femenina con la voz de Leticia Dolera, que dio a conocer al mejor director novel, que se llevó Carla Simón por Verano 1993, el primero de los tres que consiguió. «Este Goya lo quiero dedicar a mis padres biológicos y a aquellos de su generación que murieron también por el sida y dar muchas fuerzas a la gente que vive con VIH porque no es un estigma». Y, por favor, dijo, «más mujeres haciendo cine». También se llevó el de mejor actriz revelación para Bruna Cusí y el de actor de reparto para David Verdaguer.

El terror de Verónica, de Paco Plaza, no vio premiada la música original del alicantino Eugenio Mira, pero sí el de mejor sonido. Siguiendo con sonido, la mejor canción original fue para el músico Leiva, por La llamada, que presentó Leonor Watling con su actuación en directo.

El autor, que optaba a nueve premios, consiguió el de mejor actor, para Javier Gutiérrez -que recordó «a los compañeros que no tiene la suerte de que les suene el teléfono»-, y mejor actriz de reparto para Adelfa Calvo. Nathalie Poza, que partía como favorita por No sé decir adiós, se llevó el de mejor actriz

Julita, la madre de Gustavo Salmerón, puso un punto de espontaneidad, al recoger la estatuilla a la mejor película documental por Muchos hijos, un castillo y un mono.

La película de animación premiada fue para Tadeo Jones 2, de Enrique Gatto, con el alicantino Paco Sáez como supervisor del storyboard. El Goya a película iberoamericana se fue para Chile con Una mujer fantástica y la europea, The square.

Marisa Paredes tuvo principal protagonismo en la gala, en la que recogió el Goya de Honor por una , gran carrera en el cine. Fue recibida con una intensa ovación que emocionó a la actriz al recoger la estatuilla. «Por fin nos vemos las caras tú y yo», afirmó en tono jocoso. Recordó a Yvonne Blake, presidenta de la Academia de Cine, que está convaleciente. «He tenido la suerte de que muchos directores han confiado en mí y han tenido la suerte de que yo también he confiado en ellos». Recordó su discurso «bien conflictivo», del «No a la guerra», que hoy «volvería a repetir».

Mariano Barroso y Nora Navas, vicepresidentes de la Academia de Cine, hablaron en lugar de Yvonne Blake que está convaleciente. «Somos una parte de la sociedad con sus miserias y sus aciertos, también. Nuestro idioma es el encuentro. Quienes hacemos películas nos ponemos de acuerdo para hacer realidad un sueño común». Barroso destacó que el cine sirve para que hablen los que no tiene voz».

Pasamos la barrera de los 100 millones de recaudación, recordó Nora Navas. «Aquí sigue nuestra industria, recaudando dinero para el Estado, y aquí sigue también el IVA ministro -en alusión a Méndez de Vigo-, al 21%, que sobre todo castiga a los espectadores». Reivindicó a las cineastas y»vamos a ser una referencia en términos de respecto, igualdad y solidaridad».

Por cierto, de lo mejor de la noche, las intervenciones del crítico Carlos Boyero y, sobre todo, de la actriz Cristina Castaño. Digno de Goya.