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Punto y aparte

Nathalie Poza: «Tenemos que agotar los discursos en los que se cosifica a la mujer»

Nathalie Poza: «Tenemos que agotar los discursos en los que se cosifica a la mujer» Nora Navarro

Sueño es una comedia que esconde una tragedia, ¿cómo se revela este equilibrio en la escena?Sueño

Sueño es una comedia muy trágica o una tragedia muy cómica, que parte de la idea de que la tragedia te acerca mucho a la muerte, mientras que la comedia te aferra a la vida. En este proyecto, Andrés Lima ha trabajado mucho en lo que se llama el transgénero, en el que mezclamos la tragedia y la comedia.

En paralelo, vive de premio en premio por su papel en No sé decir adiós

Es un viaje muy excitante, pero también da un poco de vértigo, porque una no está acostumbrada a estar todos los días nominada y tan expuesta. Realmente, esto parece una boda gitana, porque no paramos de encontrarnos siempre los mismos, gala tras otra, pero celebro compartir el viaje con mis compañeros y formar parte de una terna de cine muy potente, en la que celebro estar por una película que ha costado mucho sacar adelante y por un trabajo del que estoy muy orgullosa y esto le da visibilidad.

Carla se enfrenta a la muerte de su padre en No sé decir adiós

Los personajes como Carla son muy agradecidos porque es un personaje muy real y muy auténtico. Las mujeres, en realidad, no siempre somos lo que se muestra en algunos tipos de película y me gusta interpretar personajes reales de mujeres imperfectas, con contradicciones y con conflictos, como dije en la gala de los Feroz. Es muy bonito tener un guión donde puedas reflejar una problemática que es de todos y en la que otras mujeres se puedan sentir reflejadas. Lo normal no es gestionar bien la muerte, lo normal es vivirlo con dificultad y No sé decir adiós habla, a partir de esto, de la incomunicación familiar, porque Carla es una mujer más introvertida, con más problemas a la hora de expresarse, que es algo habitual en esta sociedad.

En su discurso en los Feroz mdeclaró que «los personajes femeninos no están agotados, lo que están agotados son los discursos». ¿A qué discursos se refiere?

Me refiero a los discursos en los que se cosifica a la mujer, que establecen que en esta industria hay una edad tope, que para los hombres puede ser el cénit de su carrera, pero para las mujeres parece que es el declive. Si lo damos por un discurso normalizado, nos habituamos a ello y lo asumimos. Lo que hay que hacer es agotarlo y decir: esto no lo admito, no me lo creo y no lo voy a comprar, y como respuesta, generar proyectos donde no se distinga a los personajes ni por género ni por edad. Ese discurso es el que está agotado, mientras que no lo están los personajes femeninos de ninguna clase social, edad o canon de belleza. El friso de personajes femeninos es infinito y el discurso contrario, tanto por parte de la industria como de la sociedad, no debe escucharse ni mucho menos darle voz, porque hoy es un discurso mortecino.

¿Cree que se está gestando algún cambio en ese sentido a tenor del movimiento de #MeToo?

Creo que siempre se ha estado cambiando pero que también nos hemos adormecido. La lucha por la igualdad nos remite a los años 70 y se ha avanzado mucho, pero parece que siempre tenemos que estar en alerta, lo cual es un poco agotador. También han ocurrido cosas que han movido un poco el piso, como se dice en Argentina, que nos hacen desempolvar la memoria y recordar todas las injusticias que hemos sufrido y por las que debemos volver a reivindicar que hay cosas que no tienen lugar hoy y que no podemos aceptar, porque, además, es peligroso, porque en este país hemos vivido esa desigualdad y no podemos permitirnos regresar a ella.

¿Siente que ser mujer conlleva estar siempre en esa alerta?

Siempre hay que estarlo un poco, ¿no?, porque a la mínima parece que vuelven discursos retrógrados que no nos podemos creer. Si no queremos que se lo crean las chavalas jóvenes, no nos los vamos a creer nosotras. Pero en las generaciones nuevas hay muchas mujeres fuertes. No hay más que ver el panorama cinematográfico con actrices jóvenes que ya escriben, que dirigen, que son mucho más valientes de lo que, por ejemplo, fui yo en mi época, cuando me dejaba llevar más por si me llamaban o no me llamaban para trabajar. Las nuevas generaciones nos siguen recordando que una mujer es capaz de generar sus propias creaciones y de contar sus historias.

Y retomando su personaje en No sé decir adiós

Nunca escojo un proyecto pensando en que pueda ser grande o pueda ser una castaña, porque en ambos casos te saldría un espanto de trabajo. En el caso de No sé decir adiós, yo sabía que había algo que se gestaba ahí y ha sido un viaje muy intenso, pero en el que nunca sabes lo que va a pasar. Esto del éxito y fracaso de las películas es el gran misterio de este oficio, incluso mientras estás rodando. Por ejemplo, mis otros dos protagonistas, que hice en Malas temporadas, de Manolo Martín Cuenca, y en Días de cine, de David Serrano, los dos directores que más han creído en mí y que más me han enseñado, no sonaron tanto. De hecho, esta última película no tuvo ningún éxito y, sin embargo, es un trabajo del que estoy muy orgullosa. Nunca puedes medir la grandeza de un trabajo en función de esas perspectivas de éxito.

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