La actriz española que se lanzó a la fama con la película Yo soy la Juani, Verónica Echegui, ha contado como «hace muchos años» un productor «me tocó el culo», y ha pedido a aquellas mujeres que hayan sufrido algún caso de abuso sexual que «hablen» puesto que «todas las demás les van a apoyar».

«En aquel momento yo reaccioné, me salió una ira de los mas hondo de mi ser y le grité delante de todo el mundo. No se atrevió a volver a mirarme», aseguró la actriz en una entrevista con motivo de la presentación de su nueva película Déjate llevar. En este sentido, expresó que le parece «maravilloso» que las actrices hayan «tenido el valor» de denunciar estas situaciones. «Se está extendiendo como una ola y nos viene muy bien educativamente», señaló para lamentar que «antes no se mencionaba como si no existiera» cuando «lleva sucediendo desde el principio de la historia».

«Alguna vez me he parado a pensar en cuántas mujeres a lo largo de la historia habrían sido asesinadas, torturadas o violadas. El número supera cualquier otro genocidio posible. La idea es monstruosa, así que creo que es muy positivo lo que está pasando. El hecho de que nos empecemos a contagiar de esa sonoridad, y nos planteemos romper con los roles impuestos socialmente».

Asimismo, denunció que le parece «ridículo» que se den opiniones «desde el desconocimiento» desacreditando que las actrices hablen sobre estos casos de abuso como si se tratara de «una moda».

«A cualquiera de esas personas les diría: ¿Tú has sufrido algún tipo de abuso sexual en tu vida? Si lo has sufrido, y no estás hablando, pregúntate por qué, y tendrás la respuesta. Si no lo has sufrido, creo que no deberías opinar, porque no sabes lo que supone para una persona psicológicamente dar el tremendo paso de hablarlo y reconocerlo», expresó.

En este contexto, destacó que en cualquier situación histórica en la que se ha dado un abuso excesivo a una minoría de seres humanos ha sido necesaria «una revolución». Así, puso el ejemplo de la época de esclavitud de africanos que eran enviados a EE UU a trabajar de manera obligada.

«Fue necesario que uno solo de ellos alzara su voz para que todos los demás comenzaran a quejarse. Obviamente lo que les impedía hacerlo era el miedo y el pánico a las posibles reacciones que pudiera haber en contra de ellos. Ya estaban sufriendo en demasía», señaló.