«Es demencial mi manía por escribir de Alicante. Tengo más de treinta libros y tres de ellos son de Alicante pero la ciudad aparece en todo lo que escribo, siempre está ahí como escenario, desde mi primera novela, Carne fresca, que escribí en 1987, donde parte de la acción transcurre aquí, hasta la última, El pintor ciego, que aún no ha salido». Así explica el escritor y periodista Mariano Sánchez Soler (Alicante, 1954) su «obsesión» por una ciudad a la que describe como «urbe universal y ensimismada» que borra sus orígenes «y se niega a cada instante».

Contra esa desmemoria -«porque la memoria es corta y más aún en nuestra ciudad», apunta- reúne ahora Sánchez Soler en Cuarteto de Alacant (Editorial Denes) sus tres libros anteriores sobre la ciudad - Alacant Blues (1994), que describe el Alicante que no existe en una «novela extraña» del detective Terratrèmol; Alacant a Sarpades (2004), más ensayístico, con ecos de la ciudad de su infancia y adolescencia escrito en valenciano; Alacant Suite (2006), la suma de textos diversos, fundamentalmente periodísticos- y Alacant Terminal, el último capítulo con textos inéditos y Terratrèmol para cerrar el ciclo, que iba a ser el cuarto libro y acabó siendo el Cuarteto.

Más de 500 páginas con preliminares, prólogos y epílogos que arropan esta recopilación de artículos, ensayos y narrativa sobre la «preocupación» y «pasión» del autor por la ciudad, un recorrido sentimental pero también crítico.

«Es una recuperación de la ciudad de un alicantino de izquierdas, con lo bueno y con lo malo, porque quería que eso no se perdiera. Soy muy crítico con la ciudad que amo y con la que mantuve siempre una relación intensa», indica el escritor cuyas ausencias hasta 1992 le permitieron «ver con distancia los cambios físicos y vitales de la ciudad».

Más que amor/odio, Mariano Sánchez Soler mantiene una relación «de amor y rabia por las cosas que se han hecho mal» en Alicante y en este apartado la lista es larga: «Me duele que la ciudad funcione al servicio de intereses particulares, que no tenga un plan de crecimiento, que destruya lugares típicos o emblemáticos, que se construyan barrios fantasmas, que niegue su identidad y que a pesar de que el himno y la canción más popular de la ciudad ( La manta al coll) son en valenciano el personal siga queriendo ser castellano, que sea una ciudad abierta y que lo nuestro esté denostado. Esa falta de autoestima, ese menfotisme, es lo peor», considera, tras recordar que la destrucción urbanística implica la destrucción de la identidad, «que con Alperi se pudo haber construido un palacio de congresos en el Benacantil y no nos lo hemos cargado de milagro, y que la ciudad no clamara contra eso es muy triste; que la Casa Alberola se partió en dos, que el Meliá partió en dos la fachada marítima, que el Gran Sol se hizo con dos paredes medianeras... Eso no tiene que ver con el urbanismo ni el progreso, tiene que ver con la autoestima».

Sin obviar que «también se hacen cosas buenas y hay gente joven reivindicativa», el autor se queda con la ciudad «extraordinaria de gente bastante liberal, incluso bajo el franquismo; una ciudad que vive y deja vivir, bastante tolerante y acostumbrada a recibir gente desde siempre».

El libro, coeditado por la Universidad de Alicante, se presentará a principios del próximo año pero el Cuarteto de Alacant no acaba con su intención de seguir radiografiando la ciudad: «Yo sigo documentando, recopilando y tomando nota. Material no me va a faltar para más libros», bromea.