El pasado domingo y a unos 9.700 kilómetros de su casa, José María Manzanares reapareció tras su operación de cervicales en el mítico Acho de la capital del Perú para actuar en la quinta y última corrida de la Feria del Señor de los Milagros, con la plaza llena y un espléndido ambiente de máxima expectación.

Su primero, Volador, de la ganadería de Peña de Francia fue devuelto a las primeras de cambio y en su lugar salió un sobrero de El Olivar, al que recibió con cuatro verónicas y media que pusieron en pie al público, más por como compuso la figura el torero que por las pésimas condiciones del toro. Después de intentar la faena de muleta por ambos pitones, esta se fue al traste en cuanto el toro se rajó tras la tercera y anodina serie. Lo finiquitó de media estocada y dio la vuelta al ruedo con una oreja como premio a sus detalles.

El segundo de su lote era de los Hermanos García Jiménez, de nombre Doctor, que apuntó su mansedumbre de salida y que fue confirmando su condición conforme avanzaba la lidia. En banderillas mostró su peligro al meterse por ambos pitones y en la muleta no mejoró un ápice. Manzanares muy animoso intentó sacar algo positivo con la zurda, pero el toro además de manso perdió las manos una y otra vez. Cuando ya se iba a recoger la espada comenzó a sonar la música y todavía intentó un par de tandas de regalo, como prueba de su exposición. Se perfiló al volapié y pinchó. Aplausos.

Abrió plaza el sevillano Rafael Serna, puesto que confirmaba la alternativa en una actuación que no pasó de discreta con los engaños y pésima con los aceros. Silencio. Con el que cerraba plaza anduvo voluntarioso y fue premiado con una oreja protestada.

Roca Rey, ídolo de la afición local, se fue a portagayola para recibir al tercero de la tarde y volver loco al personal, pese a mostrarse medroso y poco entonado. Estocada trasera y dos orejas. Ante el quinto volvió a liarla toreando muy poco pero dando muchísimos pases de efectos especiales, cortó otra oreja tras pichar y le fue otorgado el Escapulario de Oro.