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Amoraga: "Hay que dejar de pensar en prostitutas como Julia Roberts en 'Pretty woman'"

Amoraga aborda en su nueva novela "Basta con vivir" la trata de seres humanos, para ella, uno de los principales dramas del siglo XXI

La escritora Carmen Amoraga. redacción

Directora general de Cultura y Patrimonio de la Generalitat

En realidad escribir esta novela me ha costado mucho más que escribir cualquier otra de las anteriores. Entre 2010 y 2014, por ejemplo, publiqué El tiempo mientras tanto, El rayo dormido y La vida era eso, con la que gané el Nadal, y desde 2014 a 2017, Basta con vivir Es verdad que publiqué el año pasado una novela juvenil, Enamorarse, pero la entregué a la editorial en 2012. A partir de ahí, he escrito a trompicones, robándole muchas horas al sueño, pero eso me ha pasado siempre. Nunca había estado en un puesto de tanta responsabilidad social ni de tanta autoexigencia, así que he pasado meses y meses sin escribir una línea. Pero al final, ¿sabes? Soy una persona que escribe y eso tiene que salir tarde o temprano, y salió.

En Basta con vivir habla de la trata de personas, la soledad, la solidaridad entre mujeres. Dice que la trata de seres humanos es uno de los principales dramas del siglo XXI.

Lo es. Con nuestra tolerancia con la trata de personas le damos rango de normalidad a lo que no es normal, a la esclavitud. Somos capaces de sentirnos cómodos con la idea de que las mujeres que ejercen la prostitución lo hacen porque lo prefieren por ejemplo «a fregar escaleras». Y hay prostitutas que lo son por decisión propia, pero en un porcentaje mínimo. La mayor parte lo son porque son explotadas, engañadas y obligadas a hacerlo.

Parte de una historia real, una mujer africana vendida por su familia a un hombre que vivía en España. ¿La realidad da siempre los mejores argumentos?

Sí. Por circunstancias, preferí cambiar esa trama a la de la mujer joven rumana vendida a una red por su propia pareja. A partir de ahí, he de decir que creo que en realidad nunca he escrito ficción. Siempre hay algo de la realidad que desata la historia que luego convierto en novela. La realidad es una fuente inagotable e increíble hasta el punto de que si lo vemos escrito pensamos que es fruto de la imaginación del autor.

Los dos mujeres protagonistas, Pepa y Crina, tienen vidas diferentes y procedencias distintas, pero les une la pérdida de autoestima, la sensación de que les arrebatan la vida.

Las dos representan las dos caras del dolor que son igualmente legítimos, tanto el de Crina, que le pasa «todo», como el de Pepa, que parece que no le pasa «nada». Las dos se parecen además en que el resto de la gente las ve pero no las ve, permanece impermeable a lo que les ocurre. Pero sin embargo hay montones de personas así.

Hay novelas de entretenimiento, novelas que te hacen reflexionar y libros que te hacen pelear contra una injusticia, como en este caso. ¿Cree que los poderes públicos han dado algún paso hacia la solución de esta esclavitud encubierta o seguimos mirando para otro lado?

Es que no es encubierta. Es totalmente evidente. Es un tema que nos afecta a todos, y en el que no se encontrará solución hasta que no asumamos que todos tenemos la solución en nuestra mano. Mucha gente piensa «como yo no consumo prostitución», o «como yo no soy proxeneta» o «como yo no soy político», o, lo que es peor, «están ahí porque quieren». Pero? ¿qué me dices de los medios de comunicación que las anuncian, por ejemplo? Y bastaría con que dejásemos de pensar en prostitutas como Julia Roberts en Pretty woman, que tanto daño ha hecho, por cierto, y sintiésemos la misma empatía por la chica que está medio desnuda en una rotonda que por un personaje de ficción.

¿Al final las mujeres siempre son las más perjudicadas?

Las mujeres no siempre somos las más perjudicadas en todos los casos, pero sí en muchos casos.En muchos casos seguimos siendo consideradas ciudadanas de segunda categoría, recibiendo una educación machista y consumiendo programas de televisión que nos relegan al papel de acompañantes que tienen que pelear entre ellas por el «amor» de un tronista. Eso es terrible. Y hay países en los que es mucho peor. La violencia de género ha dejado ya más mujeres muertas en el mundo que la guerra de Siria.

Sin embargo su novela deja espacio para la esperanza.

Es que siempre hay espacio para la esperanza. En la novela, Pepa, que tiene el corazón roto y la estabilidad emocional poco estable, consigue romper esa barrera, consigue verla y quiere ayudarla. Pero en la vida es igual. Es mucha más la gente con buen corazón, que la gente chunga y cabrona. Lo que pasa es que hace muchísimo más ruido.

Premio de la Crítica Valenciana, finalista de Planeta, PlanetaPremio Nadal en 2014 con La vida era eso La vida era eso. ¿Cómo marca eso a la hora de afrontar una nueva novela?

A mí no me marca de ninguna manera. A ver, estoy muy satisfecha de mi trayectoria literaria, pero cuando escribo una nueva novela es como si empezara una vida nueva, y trato de hacerlo lo mejor que puedo, lo mejor que sé.

Como directora general de Cultura, ¿qué puede hacer la Generalitat para que se lea más?

Este Consell ha puesto en marcha el primer Plan de Fomento del Libro y la Lectura, que va desde este año hasta 2021, y que luego continuará porque los resultados se dan a largo plazo y han de ser para toda la vida.

¿Dónde siente más responsabilidad, en la Generalitat o ante un papel en blanco?

En la Generalitat, desde luego. Ante un papel en blanco estoy solo yo, pero en la Generalitat tengo por encima a más de cinco millones de personas ante las que rendir cuentas. Mi superior jerárquico es el secretario autonómico, el conseller y por encima, el president, pero mis jefes son todos los valencianos y valencianas. Eso es algo que tengo muy claro.

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